Política y sociedad en Chile 2023-2024

Manuel Antonio Garretón y Silvia Lamadrid (Coords.) - 14 - Si bien es enteramente discutible, puede pensarse que una lección de los últimos 53 años es que, ante procesos de transformación estructural, la dere- cha chilena busca la respuesta más extrema de oposición, siendo una estrategia inicialmente minoritaria, pero que termina convirtiéndose en mayoritaria y hegemónica. El inicio de los años setenta se trata de eso: buscar el derroca- miento por cualquier vía, por caminos institucionales o insurreccionales. La estrategia de derrocamiento en su versión institucional tuvo varias ma- nifestaciones desde y sobre todo durante el comienzo (por ejemplo, con la posible elección de Jorge Alessandri para impedir el ascenso de Allende vía Congreso, para luego convocar nuevamente a elecciones). En su dimensión extrainstitucional, ejemplos iniciales son el asesinato del general Schneider, la asociación entre el presidente de El Mercurio y Nixon (con la famosa frase “let’s get rid of this bastard” ) y los intentos infructuosos de golpe con intervención de la CIA. Esta estrategia de derrocamiento se hace hegemónica en el conjunto de la oposición y lleva a los militares al poder; es decir, la estrategia de la derecha se impone sobre el centro político. Del otro lado, se observa un Gobierno minoritario que utiliza todos los instrumentos institucionales posibles para ejecutar su programa, así como a las movilizaciones sociales. Este programa de superación del capitalismo, pero de forma democrática, no implicaba eliminar a las personas que sostenían tal modelo económico. En contraste, la estrategia de la oposición se orientó no solo a eliminar el Gobierno, sino a la gente que lo apoyaba. En ello, las Fuerzas Armadas, con su entrenamiento, jugaban un rol fundamental. Una lección de este período es que para realizar transformaciones sustan- tivas por la vía democrática se requieren gobiernos mayoritarios, capaces de generar en la población un apoyo tal, que las fuerzas contrarias no logren obte- ner la alianza con los militares. Esa lección supone pensar que las mayorías no se construyen igual en todos los países. Hace 50 años, en Chile se constituían básicamente a través de coaliciones entre partidos, en la medida que los par- tidos eran ampliamente representativos de la población. Esto no quiere decir que todos eran militantes, pues ese núcleo siempre ha sido reducido, pero sí eran simpatizantes y votantes estables. El sistema partidario lograba represen- tar actores, movimientos y clases sociales. En la actualidad, si se mantiene vigente el principio de que transforma- ciones significativas requieren gobiernos mayoritarios o una mayoría antidic- tatorial, está claro que aquello no se puede construir mediante alianzas entre partidos políticos. Hoy, estos no representan a la población ni representan un proyecto de sociedad. Quizás la última vez que lo hicieron fue bajo el clivaje dictadura/democracia, cuando el aprendizaje fue que, para luchar y terminar

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