Política y sociedad en Chile 2023-2024

Manuel Antonio Garretón y Silvia Lamadrid (Coords.) - 156 - Esta paulatina desaparición del colectivo, de los lugares de reunión o del cemento cultural y político de una sociedad, en última instancia, dificulta la actuación concertada necesaria para enfrentar los grandes desafíos y transfor- maciones de nuestro tiempo. Lleva asimismo a que la política caiga en una casi total irrelevancia. Ella no parece capaz de ofrecer alternativas y se limita a la administración del statu quo . Los individuos tampoco buscan en ella la solución a sus problemas. Pareciera que solo una crisis significativa –por cierto, indeseable– como una recesión económica aguda, una guerra o una catástrofe natural, podría gatillar una vuelta a un pensamiento y horizontes colectivos. Por el momento, prevalece el malestar y el pesimismo, que incluso se acrecienta en una sociedad posestallido social y pospandemia. Sobre esto último, la pandemia reforzó la tendencia a la individuación y al aislamiento, al tiempo que generó una serie de inseguridades e inestabilidades que llevaron a las personas a enfocarse aún más en el impulso conservador de preservar lo alcanzado o lo conocido. Tras el estallido social y el fracaso de su salida a través de los procesos constituyentes, se extinguió la ilusión en amplios sectores que participaron de las movilizaciones. Sin embargo, según entrevistas realizadas por miem- bros de nuestro laboratorio, existiría una diferencia entre aquellos grupos que participan en el estallido sin mayor experiencia previa en política o protestas, y quienes participaron con la experiencia anterior de ser activistas sociales (anarquistas, feministas, ecologistas, animalistas u otros). Entre los primeros existe una perspectiva mucho más desencantada respecto de las movilizaciones de 2019 y el ciclo constitucional. Tiende a prevalecer en ellos la percepción de que el estallido nació como un esfuerzo colectivo por mejorar las condiciones sociales de la gran mayoría de la población, pero algunos grupos se concentra- ron en el enfrentamiento con Carabineros y la violencia escaló a niveles que les resultaron emocionalmente insostenibles. Por ello, en este grupo existe una desaprobación más tajante de los desórdenes, daños y saqueos que ocurrieron durante el estallido social. Al mismo tiempo, el movimiento de protestas se canalizó a través de un proceso constituyente en el que los movimientos socia- les asumieron un grado importante de liderazgo, actuando, según percibieron muchos, como partidos políticos o una nueva élite política, lo que inspiró rechazo. En cualquier caso, en este proceso constituyente para estos sectores las demandas sociales habrían quedado en un claro segundo plano. En consecuencia, en los sectores menos movilizados y politizados, preva- lece hoy en día un mayor escepticismo respecto a su participación en futuros movimientos o protestas. Dicho de otra manera, la decepción experimentada por estas personas torna difícil suponer que vuelvan a ilusionarse con un pro- yecto colectivo, por lo menos en un tiempo cercano.

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