Política y sociedad en Chile 2023-2024

Manuel Antonio Garretón y Silvia Lamadrid (Coords.) - 104 - una palabra discriminadora) de lo conveniente que resultaba para el país y sus alrededores decidir lo más conveniente para el país y no equivocarse. Alguien podría pensar (no yo, por cierto, que no pienso) que el despres- tigio de los partidos y de los políticos se sustenta en otras cosas, pero eso del número parece más científico, porque cualquier cosa que lleve números toma cara de científico. En todo caso, aunque no tenga números, no parece ocioso recordar de donde viene esto de los partidos para fantasear un poco al respecto. Los partidos políticos modernos, los partidos de masa, corresponden a la modernidad misma, esto es, al desarrollo del capitalismo industrial y a la emergencia de la sociedad de clases característica de ese momento. Es en esas circunstancias, cuando la clase trabajadora toma conciencia de tener un in- terés diferenciado de aquello que se suponía el interés general atribuido a la nación, interés general que el desarrollo de la racionalidad, mediante el debate público, permitiría implementar en una legislación apropiada al bien común. Pasa así desde su organización sindical en la empresa a una organización polí- tica, que serán los partidos de trabajadores, los que lucharán por sus intereses, ya sea proponiendo una radical transformación de todo el sistema económico social o planteando reformas que mejoren su situación en tal sistema. Estos partidos llegan a ser bastante fuertes y exitosos y logran en muchos países de inicial desarrollo capitalista una legislación de protección social que los favorece, generando sociedades más igualitarias. Será el éxito de este tipo de organización lo que llevará a la organización de otros partidos de masa, opuestos y orientados a enfrentar el desafío que ellos plantean, generándose así el moderno sistema de partidos con izquierdas y derechas. Por cierto que no siempre eso es así, no es necesario que me lo diga, se pue- de encontrar muchos sistemas de partidos con diferenciaciones particulares y es sabido que la principal potencia capitalista no tuvo nunca un partido de trabajadores relevantes y que su organización sindical no superó el nivel cor- porativo. Demás está decir, pero se me antoja, que esa potencia sigue siendo hoy una sociedad de muy alta desigualdad social. Las consideraciones anteriores, que no son mías sino de un autor que no recuerdo, sirven bastante para comprender la crisis de los partidos políticos que caracteriza la actualidad. En esta actualidad, los partidos políticos, en general, no parecen ser expresivos de sectores sociales, y sus doctrinas se cons- truyen livianamente y sin mayor conexión con intereses de sectores sociales definidos o, si es que ello ocurre, se ocultan piadosamente. No es que sean perversos, aunque nada impide que lo sean, pero difícilmente pueden recu- perar un momento de la sociedad de clases que ya pasó. La gran presencia del obrero industrial ya no existe y las diferenciaciones sociales que se producen

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