Gabriela Mistral y la Universidad de Chile
90 Gabriela Mistral y la Universidad de Chile presidente Sanfuentes agitó la xenofobia, movilizando al ejército y forzan- do a los hombres jóvenes a enlistarse a la luz de cierta información secreta (cuya falsedad quedó prontamente demostrada) sobre una inminente in- vasión por parte del Perú. Muchos se burlaban luego del ardid, rotulado como “la guerra de don Ladislao”, en alusión a su irresponsable ministro de Guerra. Pero las medidas del juez José Astorquiza —quien había antes ordenado la detención de Gómez Rojas— no eran ningún chiste: sus re- soluciones permitieron a la policía arrestar y detener sin cargos a quien se le diera la gana. Fueron blanco de ello estudiantes, anarquistas, residentes extranjeros y miembros de la clase trabajadora urbana. El centro de Santiago —donde Laura Rodig había crecido— emergió como una zona cero, cada vez que hombres y mujeres salían a las calles para protestar contra el ataque a la FECH y en defensa de la libertad de expresión y de huelga. También defendían su derecho a estar en las calles de una ciudad militarizada y vigilada. Surgieron entonces las preguntas prioritarias en la actividad organizativa anarquista: ¿quiénes tenían de- recho a la ciudad? ¿Quiénes tenían derecho a las calles? Muchas de las personas arrestadas la última semana de julio fueron detenidas no solo por lo que supuestamente habían dicho, sino por dónde lo habían dicho. Los manifestantes llenaron los corredores centrales de Santiago, ante los ojos y oídos de los aristócratas capitalinos. Entre quienes afirmaban su derecho a las calles de Santiago estuvo Mistral, que ya tramaba su vuelta a la capital. La FECH había sido fundada por los estudiantes el 21 de octubre de 1906, durante el rectorado del radical Valentín Letelier, y jugó un rol importante como espacio de articulación intelectual, política y cultural al promover debates sobre educación pública y popular, justicia social y reformas estructurales dentro y fuera de la universidad. Buscaba, en defini- tiva, abrir la universidad pública y se inspiraba con fuerza en la ampliación de la extensión universitaria. Desde sus inicios, tomando la expresión de Fabio Moraga, la FECH constituyó verdaderamente una “cantera de cua- dros” de las dirigencias políticas (y también universitarias) que tendría el país durante el siglo XX 93 . En sus primeras décadas de vida, la FECH progresivamente dejó de ser un espacio que articulaba solamente a estudiantes y cuyos dirigentes, 93 Fabio Moraga, Muchachos casi silvestres. La Federación de Estudiantes y el movimiento estudiantil chileno 1906-1936 (Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 2007).
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