Gabriela Mistral y la Universidad de Chile

74 Gabriela Mistral y la Universidad de Chile De acuerdo con el relato de Fernando Santiván en Memorias de un tolstoyano , él fue designado como delegado para encargarse de todos los detalles del concurso asociado al desfile de belleza 68 . El concurso de be- lleza estaba destinado a elegir la reina más bella, que sería escogida, como Luz María Hurtado ha indicado, entre las señoritas de la alta aristocracia cuyas familias en esta oportunidad fueron obligadas a pasar la “tempora- da” en Chile, sin poder salir a Europa donde acontecía la Gran Guerra. El concurso pretendía ser un espacio de representación de los poderes civiles y mercantiles, tanto en los costosos palcos donde se sentaba el presidente y sus familiares, como en el escenario, donde las señoritas se acomodaban con atuendos sumamente costosos, “gaseosos” y blancos, sin decir palabra 69 . El 22 de diciembre de 1914, Gabriela Mistral fue, de manera inédita, la primera mujer en ganar el concurso de poesía, obteniendo así el premio de la Flor Natural, la Medalla de Oro y la Corona de Laureles. Indudable- mente, en un campo cultural cruzado por el androcentrismo, el clasismo y el racismo, la suma de contradicciones que encarnaba Gabriela –era mujer, provinciana, de origen popular, mestiza– no solo desentonaba con el ideal de musa aristocrática que la organización del certamen buscaba relucir, sino que además la forzó a tener una presencia marginal en el ritual de la premiación. La ceremonia había convocado incluso al presidente de la República, Ramón Barros Luco, y fue dirigida en el Teatro Santiago por el poeta Víctor Domingo Silva, quien ya conocía a Gabriela Mistral, su cote- rránea. Como relata la feminista Luisa Zanelli López (1891-1944), debido a que Mistral no se presentó al proscenio, el poema ganador fue leído por el mismo Silva 70 . Mistral, sentada en uno de los asientos de la platea, sabía desde antes de la ceremonia que su vida no sería nunca más como antes. Como calculaba todo cuidadosamente, a partir de entonces cambió su residencia. Antes vivía en Los Andes cerca del liceo; al poco tiempo de re- cibir la noticia del concurso, se trasladó a una casa arrendada, de dos pisos, en las afueras de la ciudad, con vista al río y al valle de Aconcagua, pero no 68 Fernando Santiván, Memorias de un tolstoyano (Santiago: Zig-Zag, 1955). 69 María de la Luz Hurtado, “La performance de los juegos florales de 1914 y la inade- cuada presencia de Gabriela Mistral en ellos”, Revista Chilena de Literatura , no. 72 (2008), https://revistaliteratura.uchile.cl/index.php/RCL/article/view/1395. 70 Luisa Zanelli López, Mujeres chilenas de letras (Santiago: Editorial Universitaria, 1917), https://libros.uchile.cl/1050.

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