Gabriela Mistral y la Universidad de Chile
46 Gabriela Mistral y la Universidad de Chile cifras del Censo de la República de 1907 midieron en todo el país distin- tas dimensiones, entre ellas, el nivel de alfabetismo. En gran parte de las provincias de la región de Coquimbo (salvo en la provincia homónima), la tasa de mujeres alfabetizadas fue mayor a la de los hombres. En el caso de las mujeres del valle de Elqui, el 39,5% de las mujeres sabían leer, una tasa mayor a la de los hombres, la que alcanzaba un 34,3%. En Vicuña, por ejemplo, la cifra en mujeres alcanzará el 59,1%; en La Serena, un 51,1% 27 , lo que incluso es superior al estándar nacional de la época. Esta posibilidad de ampliación de las bases formativas de los sectores no urbanos fue causa de la expansión de las escuelas rurales de instrucción primaria en Chile: un verdadero abono que construyó las condiciones de posibilidad para dotar de personal a las nuevas escuelas públicas en el campo. Ciertamente, la expansión de la cobertura educativa se desarrolló por la persistencia, determinación y sentido cívico de una red de mujeres rurales que fueron alfabetas y populares. Estas redes fueron ayudadas y ampliadas por el sistema de enseñanza a la distancia o por correspon- dencia y a partir de los exámenes para comprobar la adquisición de los fundamentos de la disciplina. En suma, aquello que suele denominarse autodidactismo —como en el caso de Mistral— puede entenderse, en realidad, como la construcción y socialización de saberes colectivos, generalmente anónimos, forjados en un contexto precario, marginal y subalternizado. Al menos desde un ini- cio, no se trata de un aprendizaje surgido en el aislamiento ni motivado únicamente por un afán de prurito intelectual, sino que responde más bien a una práctica común adquirida en los afanes de la sobrevivencia econó- mica en localidades de tipo agrario. Una experiencia que la familia nuclear de Mistral —protagonizada por mujeres alfabetizadas— orientó decidida- mente hacia la vocación por la enseñanza pública. De ahí el trascendental papel de su hermana Emelina en esta primera formación de los saberes de Mistral. Por eso, además, es bastante improbable que dentro del hogar de la niña Lucila primara la lectura del Evangelio como una práctica asidua. Su hermana estaba muy atareada y su madre que, si bien sabíaa leer y escribir, 27 Comisión Central del Censo, Memoria presentada al Supremo Gobierno (Santiago: Socie- dad Imprenta y Litografía Universo, 1908), 197, Biblioteca Nacional de Chile, https://www. memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-8117.html.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=