Gabriela Mistral y la Universidad de Chile

26 Gabriela Mistral y la Universidad de Chile Archivo Central Andrés Bello. A partir de la fundación de esta Sala Museo, se consignaron oficialmente tres hitos que vinculaban a la poeta del valle del Elqui con la Universidad de Chile: el título de profesora de Estado en Castellano conferido por el Consejo de Instrucción Pública en 1923, el Doctorado Honoris Causa otorgado en 1954 y, por último, sus funerales en el Salón de Honor en 1957. Pero más allá de estos momentos oficiales, la relación de Mistral con la universidad se muestra amplia y compleja. A lo largo de los últimos diez años, han ido surgiendo otros hallazgos que permiten comprender cómo la poeta y educadora se vinculó a distintas actorías de la comunidad uni- versitaria. Desde que Gabriela Mistral estructuró su quehacer intelectual al alero de la educación pública nacional, protagonizó una sólida extensión de redes intelectuales y culturales a escala nacional y continental. Redes que involucraron a distintos miembros de la comunidad universitaria a través de tramas que ella generaba y mantenía con una permanente y fina estrategia, de precisión quirúrgica, atenta a la interacción de ideales com- partidos respecto del fortalecimiento de la educación pública, dentro y fuera de las aulas. Una línea persistente en este trayecto de construcción de redes es su ideal de inclusión de los sectores más postergados de la sociedad y la difusión democrática de la cultura. Esos propósitos fueron propagados a través de la prensa, la radio y las reuniones masivas. En los primeros años de la década de 1920, Mistral colaboró con los estudiantes de la FECH en momentos de movilizaciones álgidas en la Universidad de Chile. Ella reconoció en el estudiantado una vanguar- dia de la extensión universitaria nacional. También los reconoció en clave internacionalista, pues estos jóvenes, como ella misma, se vinculaban con eficacia a los sectores más desposeídos a través de universidades popula- res y escuelas nocturnas para obreros. Al ser un grupo grande y diverso, los estudiantes llegaban al pueblo, organizando policlínicos populares y ofreciéndoles servicios médicos. Todas estas iniciativas de los jóvenes organizados se volvieron, vale enfatizarlo, connaturales a lo que hoy día entendemos como una entidad de educación superior pública. En la misma década, cuando Mistral asume como la primera directo- ra del Liceo no. 6 de Niñas, y luego de las polémicas surgidas en Santiago incluso con miembros de la propia comunidad universitaria de la épo- ca, el rector Gregorio Amunátegui Solar propuso conferirle a distancia el

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