Gabriela Mistral y la Universidad de Chile

24 Gabriela Mistral y la Universidad de Chile más paradigmático es el caso del novelista Manuel Rojas, cuya instrucción formal no terminó los estudios secundarios, pero quien tuvo una extensa trayectoria como funcionario público de la Universidad de Chile. Manuel Rojas fue director de las prensas de la universidad (1931-1948), jefe de pu- blicaciones (1948-1950) y director de la revista Anales de la Universidad de Chile , entre 1951 y 1955, la más antigua de su tipo en América Latina. Inclu- so llegó a ser profesor de redacción de la Escuela de Periodismo fundada en 1953. Sin duda, podríamos engrosar esta lista de “autodidactas” que se vincularon a la universidad pública con casos igualmente emblemáticos. Por ejemplo, el de la escritora chillaneja Marta Brunet, quien dictó cursos en las Escuelas de Temporada de la Universidad de Chile en 1954; el de Violeta Parra, vinculada a la universidad a través de proyectos orientados a la recopilación folklórica, dirigidos desde el Departamento de Música de la Facultad de Artes a mediados de la década del cincuenta. También re- conocemos el trabajo del bibliófilo Jorge Sanhueza, a quien Pablo Neruda designó como conservador de la colección que él dona a la Universidad de Chile en 1954; Sanhueza se convierte entonces en la primera persona en reconocer el valor de una colección que hoy es Monumento Histórico Nacional y se encuentra custodiada por el Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile. Estos hitos de letrados cuyos pergaminos se construyeron más allá de las aulas de estudio nos muestran que el de Gabriela Mistral no fue un caso aislado. La casa de Bello ha reconocido la labor de muchos autodi- dactas a lo largo de su historia. Reconstruir los hitos y los marcos en los que esta mujer letrada, artista y reconocida maestra —aunque sin estudios universitarios formales— se vinculó con la universidad permite revelar las formas de su relación con la casa de Bello y con diversos actores de su co- munidad. Como veremos, se trata de una relación extendida en el tiempo, que nos muestra una síntesis de los puentes entre sociedad y cultura, razón de la universidad pública. Asumimos en este volumen que la universidad es una composición social heterogénea que integra normalmente a estudiantes, académicos/as, egresados/as y funcionarios/as, y no pocas a veces a un “segundo anillo” de la sociedad civil —como en el caso de la FECH de la década de 1920— que se organiza fluidamente a sus alrededores. En ese contexto es que Gabriela,

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