Gabriela Mistral y la Universidad de Chile

215 QUINTA PARTE: 1951-1957 Ya en el cementerio, que fue un verdadero peregrinaje de miles de personas, se inició la ceremonia final. Allí ofrecieron sus discursos el mi- nistro de Educación y el decano de la Facultad de Artes, Luis Oyarzún, el mismo que había dado sus palabras cuando la Universidad de Chile le asignó la distinción del Doctorado Honoris Causa en la Casa Central. En este discurso, dado a cielo abierto, Oyarzún dijo: Este apasionado homenaje es la comprobación de algo que la nación chi- lena probablemente no sabía de sí misma: su profundo humanismo. Pues en esta mujer que despedimos reconocemos un bien perecedero y eterno, que une muchas diferentes virtudes. Reconocemos el valor de lo humano, realizado en un símbolo que hasta ayer fuera una criatura real, una mu- jer que conoció la desesperación y la pasión, el abatimiento y la alegría, el amor y la inteligencia, el desvelo y el sueño. Una mujer muy solo que sintió desde la más honda soledad no solo su propio desvarío, sino tam- bién el dolor del prójimo. Desde lejos, desde mucho más lejos que todas las distancias geográficas, desde el último apartamiento, ella salió de sí y,

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