Gabriela Mistral y la Universidad de Chile
180 Gabriela Mistral y la Universidad de Chile que solía convocar encuentros en su casa y que, muchas veces, eran re- portados en las páginas sociales de medios como la revista Zig-Zag . Ella provenía de una familia acomodada de Santiago, se había educado en la Universidad Católica de Chile y en La Sorbona, había sido elegida Miss Chile en 1925 y, desde 1932, estaba casada con el oficial de las Fuerzas Armadas Marcial Arredondo. Más tarde, en 1946, sería una de las fun- dadoras del Partido Femenino de Chile. Por su parte, Juvenal Hernández había ocupado el cargo de ministro de Defensa Nacional bajo el gobier- no de Pedro Aguirre entre 1940 y 1941, lo que explicaba su cercanía con distintos círculos de “familias militares” y su participación en frecuen- tes conversaciones de sobremesa. En ese contexto, Matilde Ladrón de Guevara, mujer con una vasta red de contactos en la alta sociedad chilena, así como en ámbitos políticos e intelectuales, se convirtió en una figura clave: una operadora capaz de influir de manera decisiva en el convenci- miento de uno de los miembros más relevantes del jurado. Y daría cuenta a Mistral que había activado una serie de vínculos que terminaron por “hacer justicia” con el otorgamiento del Premio Nacional. En una carta fechada el día 12 de agosto —solo un día después a la anteriormente citada, donde le señala que cenaría con Hernández—, Matilde explica con mayo- res detalles la operación: Los del jurado: Juvenal Hernández, rector de la Universidad, gran y viejo amigo mío, a quien convencí de que Ud. “no le tiraría el premio por las na- rices” como él creía... Le acusaba la conciencia, pero es hombre político y por esto (su único defecto) es que ha incurrido en postergaciones. Sin em- bargo, yo lo quiero mucho y me dijo que si yo tomaba la responsabilidad de no caer en el vacío, él estaba totalmente a dispuesto a conceder justicia. Juan Guzmán Cruchaga; tal como lo describe Ud. es alma pura, hombre niño, solo necesitaba dar el salto y sentirse apoyado. David Cruz Ocampo, hombre decidido, enérgico, una vez decidido su nombre fue el que arregló y defendió en la Sociedad de Escritores la determinación absoluta por Ud. Redactó cartas y corrió con el rodaje del Ministerio al que él pertenece, Relaciones Exteriores. Ojalá le mande unas lindas palabras. Yo hice mi amistad con él con el camino inicial del premio y estoy en magnificas rela- ciones. Siempre estuvimos de acuerdo en saltar e imponer fuerte voluntad entre los abúlicos. Todos los demás han ayudado por ímpetu nacional, de
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