Gabriela Mistral y la Universidad de Chile

127 CUARTA PARTE: 1924-1945 menos estaría dos años en México y que planea otras visitas a países como Costa Rica y los Estados Unidos: Se ha dicho que yo no vuelvo a Chile. No es efectivo, señor, yo comprendo que tengo el deber de servir a Chile; pero tengo certidumbre de que le sirvo tanto o más, fuera que dentro del país. No hay una nación sudame- ricana que haga menos por su propaganda en el exterior. No le importa, o cree que esta propaganda solo pueden hacerla los ministros plenipoten- ciarios y los cónsules, que hacen vida fácil y no divulgan jamás las cosas del país. Yo creo que puedo hacer lo que ellos no han hecho, por los dos medios únicos de propaganda efectiva: las escuelas y la prensa. Así, pues, mi conciencia me dice que yo no falto en Chile con permanecer lejos al- gunos años. Mantengo yo mi sueldo de directora -no de profesora. Destino lo que recibo a la mesada de mi madre. En estas mismas condiciones se han man- tenido en el extranjero a muchas personas. Pero si, por aquella falta mía de título con la que se me niega o se me ha querido negar la sal y el agua, se considera que debe suspendérseme esta asignación, acepto perderla. Si no se acepta mi ausencia de dos años, yo me veré en la obligación de re- nunciar. Debo demasiado a México para irme sin dejarle un trabajo digno de su generosidad para mí. Si se me niega la prórroga de la comisión, yo le ruego, señor Aguirre, que vea usted modo de que me jubilen con dieciocho cuarentavos de mi suel- do, a fin de que no pierda yo mis 18 años de servicios. Como no jubilaría por imposibilidad física, tal vez este asunto es difícil, porque corresponde al Congreso conocer de él [énfasis nuestros]. 145 Mistral entiende que necesita un motivo de peso e inobjetable para poder jubilar con menos de cuarenta años. Hasta ese momento, el argu- mento de la imposibilidad física se enuncia como algo que no es posible 145 Mistral, “Carta a Pedro Aguirre Cerda, fechada 1 de enero de 1924”, Antología mayor: cartas , tomo 3, ed. Luis Vargas Saavedra (Santiago: Lord Cochrane, 1992), 100.

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