Gabriela Mistral y la Universidad de Chile
120 Gabriela Mistral y la Universidad de Chile poco tiempo para dejar el servicio, no habiendo necesitado de él para pre- sentarme a ninguna parte. No sé si contestar el radiograma o no. Pienso que no debe darse un título sin estudios previos, y yo no escribiría ni dos páginas de memoria, no daría ni una firma, para alcanzar esto que ya no me importa. 136 Lo cierto de “la broma” que parece romper con las leyes sociales vi- gentes en el magisterio es que Mistral pudo jubilarse con pensión. Este punto tiene importancia cardinal para la autora y para la familia que man- tenía económicamente en La Serena. Sin embargo, prefiere no sentirse en deuda, es decir, no desea contraer compromisos con el Consejo de Ins- trucción Pública cuya autoridad no habla por la suya, por la castigada, la “echada” que ha estado “libre del San Benito de un título universitario”. La metáfora resulta elocuente para expresar su inculpabilidad en cuanto al Santo Oficio académico, que equipara el reconocimiento institucional a una suerte de estigma inquisitorial, frente al que reivindica su inocencia y autonomía intelectual. Pero pesar de sus diferencias con el Consejo de Instrucción Pública —y no con la universidad, cabe distinguir—, Mistral remitirá una carta fechada el 28 de mayo de 1923 desde Ciudad de México, la que será publi- cada en el Boletín de Instrucción Pública del mismo año: Señor rector: Tengo la honra de presentar al Honorable Consejo de Instrucción i de modo mui especial a Ud. mi agradecimiento por el título de Profesora de Castella- no que se dignó otorgarme. — (Firmado). — Lucila Godoi. 136 Gabriela Mistral, Antología mayor: cartas , ed. Luis Vargas Saavedra (Santiago: Lord Cochrane, 1992), 109–10. Carta a Eduardo Barrios, 5 de abril de 1923 en Michoacán; original mecanografiado con añadidos autógrafos en Colecciones Especiales, Biblioteca Hesburgh, University of Notre Dame, South Bend, IN, EE. UU.
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