Gabriela Mistral y la Universidad de Chile
10 Gabriela Mistral y la Universidad de Chile Gabriela Mistral, reconocida como autodidacta, se inscribe en esa tradición y vocación de ampliar la educación y la belleza para que más personas puedan beber de sus vertientes. La poeta, educadora y diplo- mática forjó el metal de su palabra más allá de las aulas universitarias. Sin embargo, estableció con nuestra casa de estudios y sus comunidades un vínculo persistente y múltiple que se prolongó a lo largo de su vida y que se amplifica hasta la actualidad. Como muestra este libro, la Universidad de Chile, que supo recono- cer sus demostradas aptitudes y buenos oficios en el magisterio, le confirió a Mistral el título de profesora de Estado en Castellano en 1923, y más adelante, se transformó en la primera institución en postularla al Premio Nobel de Literatura frente a la Academia Sueca (1939), seis años antes de que obtuviera el máximo galardón de las letras. Luego, en 1954, la univer- sidad creó para ella su primer Doctorado honoris causa, cuando ya había desarrollado una sólida trayectoria como profesora visitante en universi- dades de Centroamérica, el Caribe y Estados Unidos. Finalmente, en 1957, el Salón de Honor acogió sus funerales en el marco del duelo nacional, transformándose en el escenario desde donde el país entero despidió a su poeta. En 1954, luego de recibir el grado de Doctora honoris causa en manos del rector Juan Gómez Millas, Mistral le expresó en una carta de agrade- cimiento el propósito al que aspirar la universidad pública con las y los jóvenes más desposeídos: “Se trata de salvar las vocaciones […] para evitar que se malogren porque su pobreza les hace quedar sin Humanidades. (Fué eso mi caso y sigue siendo la tragedia de muchos)” 1 . En este camino, la poeta y maestra elquina prolonga una camino abierto por maestras pioneras, como Antonia Tarragó, defensora pública del derecho de las mujeres a acceder a la enseñanza universitaria, e Isabel Le Brun, quien presentó ante el Congreso esta demanda que produjo la promulgación del Decreto Amunátegui de 1877 y permitió a las mujeres rendir exámenes válidos para ingresar a la universidad. Este gesto his- tórico transformó irreversiblemente la educación chilena, abrió nuevas posibilidades de formación y sentó las bases de una tradición de formación 1 Gabriela Mistral, Discurso al recibir el grado de Doctor Honoris Causa en la Univer- sidad de Chile [mecanuscrito con correcciones hológrafas] (1954), Archivo del Escritor, Biblioteca Nacional de Chile.
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