Gabriela Mistral y la Universidad de Chile

115 TERCERA PARTE: 1922-1924 maestro primario frente al maestro superior universitario. Hará uso de este motivo utilizando la primera persona plural para indicar que ella tam- poco está libre de culpa: Este desprecio por el maestro primario tiene su origen en el espíritu de castas que está muy adentro, que es nuestra médula. Hemos roto las castas políticamente en nuestra constitución; queremos quebrarlas en el aspecto social; pero las estamos creando en otra forma, vamos haciendo una lar- garía intelectual, un grupo soberbio de hombres de estudio que separaron como con un abismo al maestro superior del primario. Quebremos tam- bién esta aristocracia que es también egoísta e injusta. Es verdad que el profesor universitario tiene profundas satisfacciones: cuando escucha el alegato de un abogado hábil, puede decir: yo he dado a este hombre con agilidad del pensamiento; yo le he hecho jugar con la idea como con los juncos de los ríos, sí; pero el maestro primario puede subir las Lomas de su valle, mirar desde lo alto y decir: aquellos que abren los surcos son míos; los otros que mueven los telares salieron de mis ma- nos; los demás que funden en la fragua también estuvieron en mi pecho; toda esta carne que ahí abajo labra, funde y teje, es mi entrega a la vida, es mi don. Quiero decirles que he perdido la superstición de la intelectual y que he rectificado los valores de la vida y los fines de la enseñanza que me había hecho. Creo en la enseñanza agrícola, en la industrial y en la moral. No creo en que la inteligencia mude la existencia de un hombre y la haga más buena y más justa! he visto ya tantas veces el talento transformado en arco que avienta el mal, que lanza el dardo de la muerte! Creo en la tierra que equilibra, limpia y fortifica al hombre. Deseo que la escuela nos dé las grandes industrias, nos entregue los jefes de ellas, los técnicos nacionales y deseo una enseñanza moral intensa, porque al elimi- narse los credos religiosos de la escuela mexicana no se han eliminado los ideales morales que debemos mantener, afianzar y purificar.