Gabriela Mistral y la Universidad de Chile
112 Gabriela Mistral y la Universidad de Chile los jóvenes de la FECH, en definitiva, con quienes Mistral construyó originalmente su vínculo universitario. Durante los siguientes meses de septiembre, octubre y noviembre, los atentos jóvenes publicarán, a través de Claridad y de Juventud , las nuevas poesías de Mistral, figura que ahora alzan como un claro referente generacional. El discurso de Gabriela Mistral al Congreso de los Maestros Misioneros En la jornada inaugural del Congreso de los Maestros Misioneros, el 22 de septiembre de 1922, y en medio de una agria disputa por la elección de la presidencia de la reunión, Gabriela Mistral fue designada presi- denta honoraria por voto de los delegados. Al aceptar el cargo, pidió a sus colegas que no la consideraran extranjera. Al quinto día del congre- so pronunció un discurso, registrado en las actas, en que relata cómo había llegado a ser maestra rural como consecuencia del rechazo que enfrentara en la enseñanza secundaria del Liceo de Niñas de La Serena, institución que abandonó sancionada por su intención de transformarla en una escuela popular. Sus palabras se alineaban con los discursos so- bre la educación en Chile que Pedro Aguirre Cerda había pronunciado en el Senado y publicado en La Nación (13 de enero de 1922) y, más tarde, en la Revista de Educación Nacional , órgano leído por un amplio espectro de docentes, desde educadoras de párvulos hasta profesores universitarios. La gran diferencia entre los discursos de Aguirre Cerda y de Gabriela —que no se ha reproducido hasta ahora a pesar de las muchas recopilacio- nes de sus pensamientos educacionales— radica en el lugar de enunciación. Mientras don Pedro hablaba desde la tribuna parlamentaria, Mistral lo hacía desde la vivencia concreta de su trabajo en el campo, desde un sitio donde ella había sido enviada como castigo. Pero la poeta asume con or- gullo tal sanción y reivindica su experiencia como maestra rural primaria, encargada de estudiantes de todas las edades. Es a través de este discurso que Mistral busca conquistar la legitimidad de su función en México: ella ha sido, en efecto, una misionera de la cultura fuera de las urbes. Así, asu- me el castigo como un honor e indica que el rechazo experimentado en el
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