Gabriela Mistral y la Universidad de Chile

104 Gabriela Mistral y la Universidad de Chile Arenas y Temuco). Es lo que buscaba demostrar nuevamente en Santiago. A esas alturas, se trataba de una maestra que había dado resultados com- probados de buenos oficios en el magisterio, con más de dieciocho años de trabajo en provincias como ayudante, maestra, inspectora y directora. En su testimonio desde México, Mistral indica que en Santiago vivió “un año recibiendo anónimos de insultos y oyendo de tarde en tarde voces escapadas de la campaña”. Pese a su inobjetable experiencia laboral y direc- tiva en regiones, lo que ella denominó como el mundo “credencialista” no le perdonó la formalidad del título universitario y su posición en el Liceo no. 6 llegó al punto del asedio. A esta situación añade un comentario reflexivo: “Me traje en el corazón estas cosas. No sé olvidar” 117 . Estas intrigas, como cuenta Gabriela en la misma carta, habrían desembocado en un llamado al Ministerio de Instrucción, en que se le habría sugerido abandonar el liceo para trasladarse a Valparaíso, a lo cual se negó. Mistral atribuye este hecho a Amanda Labarca Hubertson (1886-1975), reputada educadora chilena con quien mantuvo una relación compleja y, en varios aspectos, competi- tiva, marcada por distancias derivadas de diferencias de origen social y de trayectorias que describieron rumbos bastante distintos (si no opuestos). Nacida dos años y cuatro meses antes de la poeta elquina, Labarca se ha- bía formado como profesora de castellano en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, del que se tituló a los diecinueve años, para casar- se poco después. Con su marido, el radical y masón Guillermo Labarca Hubertson (cuyos apellidos Amanda asumió, al estilo inglés), Labarca se fue becada a los Estados Unidos y a Francia para perfeccionar sus estudios de pedagogía. Desarrolló una extensa carrera al alero de la Universidad de Chile y en 1922 se convirtió en la primera mujer en ejercer como profesora universitaria en Chile; asimismo, jugó un rol fundamental en las iniciativas extensionales posteriores entre las décadas del treinta y del cincuenta. Además, fue fundadora de diversas iniciativas vinculadas al movi- miento feminista chileno, con las cuales Mistral guardó ciertas distancias. En sus intervenciones desde México —y también después, cuando la re- acción contra el feminismo liberal fue especialmente intensa—, Mistral expresó públicamente, a través de la prensa, sus discrepancias con este movimiento, en particular por la exclusión de las obreras y campesinas de sus filas. Sin embargo, a pesar de sus desencuentros, a nivel público 117 Mistral, “Carta a Eduardo Barrios, México, 31 de diciembre de 1922”, 73.

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