Del océano al verso. Las caracolas de Pablo Neruda

Esto podría indicar que el poeta tenía cierta preferencia por algunas formas, como lo demuestra en el siguiente verso que escribió sobre este grupo: «Más tuve una Cyprea cuyas manchas cayeron sobre su capa / ornando su terciopelo puro / con círculos quemados de pólvora o pantera». Lo mismo ocurre en otros versos de su poema «Mollusca Gongorina», incluido más adelante en este libro. Llaman también la atención los numerosos ejemplares de Polymita , cuyas hermosas conchas, endémicas de la isla de Cuba, muestran una sorprendente gama de colores. Estas caracolas fueron regalo de Carlos de la Torre, distinguido malacólogo cubano cuya amistad fue descrita por el poeta en Confieso que he vivido. En relación con las piezas provenientes de Chile, vale la pena destacar que hay numerosas especies frecuentes en las costas del litoral central y de la Isla de Pascua. Por lo general, son ejemplares pequeños: algunos corresponden a formas juveniles, otros pertenecen a especies habituales para los chilenos (como el loco y el ostión), mientras que hay otras de mayor tamaño, erosionadas, quebradas, de no muy buen aspecto, probablemente recogidas por el mismo poeta en sus frecuentes paseos por la playa de Isla Negra. Por su particular aspecto, pienso que no fueron obsequios o regalos de algún amigo. ¿Recogía todo? ¿Admiraba aún aquellas conchitas humildes? Pareciera que el poeta tenía respeto hacia las que no eran ni grandes ni hermosas, al comprobar que también ref lejan vida. Al observar sus tamaños, se distinguen numerosas conchas o piezas, grandes y medianas, pero en su mayoría son pequeñas y de escaso valor lucrativo. Hay pocas piezas de alto valor comercial que correspondan a ejemplares gigantes, que ya no se encuentran en la 31 del océano al verso

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