Del océano al verso. Las caracolas de Pablo Neruda

creación, docencia y extensión, sobre el patrimonio, junto a sus alcances políticos, sociales y culturales. Así, en distintas ocasiones, nos hemos detenido a pensar acerca de los bienes culturales que tenemos y por qué los resguardamos. Se trata de preguntas sin respuestas únicas, que gatillan una pluralidad de voces que emergen de la diversidad de disciplinas y miradas presentes en nuestra comunidad universitaria. A su vez, preguntar por aquello que custodiamos nos permite identificar ausencias, vacios y silencios. Ciertos artefactos se han perdido a lo largo de nuestra historia bicentenaria, producto de terremotos, mudanzas o por la vida cotidiana de una institución compleja como la nuestra. Asimismo, reconocemos el vacío, aún palpable, por los bienes arrebatados desde nuestros acervos en los años de la dictadura. Y, también, distinguimos los silencios producidos por aquellas obras, documentos, fotografías, memorias e historias que no se guardaron, porque su valor y relevancia no fueron reconocidos en sus contextos de producción. De estemodo, apesar de su riqueza, nuestros fondos y colecciones contienenhistorias incompletas.Esprecisamenteestecarácter fragmentario lo que nos motiva a investigar y cuestionar—especialmente— los vacíos, ausencias y silencios. Buscar y correr esos márgenes impuestos es otra forma de avanzar en materias de igualdad social y de género, de promover relaciones interculturales y profundizar el pluralismo que debiese estar en el corazón de una sociedad democrática. Entonces, reflexionar acerca de nuestro patrimonio es un gesto doble que refiere tanto a la Universidad como al país y a nuestro continente. Esto, pues custodiamos bienes culturales que versan sobre el devenir histórico de nuestra institución y que reconocemos 21 del océano al verso

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