El crimen de la calle Nataniel: Testimonios, fotografías y documentos del caso que revolucionó la odontología forense en Chile
pero tenía interés en saber que le había pasado a la Sra. Latorre. Pedí al señor Behm permiso y me dirigí a ver al que había reconocido por el se- ñor Beckert en ese momento. Le hablé en alemán para preguntarle si había visto a la señora y él me contestó en el tono habitual de su voz en español que no me conocía. Razoné entonces el enojo que él tenía conmigo para explicarme de por qué no me conocía, pero dado el interés, insistí en hablar- le y dos veces más me contestó negativamente en la misma forma. Creo no haberme equivocado . (Loch, 2009) Esto fue conocido por la prensa en una entre- vista del periodista Sr. VicenteDonoso Raven- tos a este testigo clave: Otto Izakovich. Me dirigí al hotel, y en el primer momento se me presentó el señor Izakovich: alto, rubio, de frente despejada, ojos muy vivos y penetrantes, de ma- neras muy desenvueltas, el señor Izakovich es un perfecto gentleman. Algo mal humorado lo en- contré y apenas le impuse del objeto de mi visita, cierta impaciencia dejó traslucir su actitud. Por la primera respuesta que me dio, parece que el hombre nome había conocido y creyó que era yo de la pesquisa. ― Todo lo que he dicho lo sabe ya el señor Euge- nio Castro; a él se lo he declarado. Si quiere confir- mar mi declaración ¿por qué no buscan al cochero? ― ¿Qué cochero, señor? ― El que condujo a Beckert. ― Eso no lo sé yo. ― Me tienen fastidiado con tantas preguntas; no hablo más. La entrevista se me presentaba desde su comienzo con el peor cariz posible. Conversé durante algu- nos minutos con el señor Izakovich; le hice presen- te qué, si bien es cierto mi misión podía serle algo odiosa, ella tenía por objeto el cumplimiento de un deber parami diario como para la sociedad entera. Entonces el señor Izakovich se allanó a contarme la escena ocurrida entre él y el señor Beckert la noche del incendio, la cual trasladamos con toda fidelidad a continuación: Relato del señor Izakovich: En la madrugada del sábado, como a la una, me retiraba yo a dormir de vuelta del teatro con el señor propietario del Hotel Royal y su hija, cuando a pocos pasos de distancia acerté a divisar al señor Beckert que se dirigía des- de el centro del portal en dirección a la calle. Le vi entonces de costado y le conocí por el cuerpo y su manera de andar. Debe Ud. tener presente que yo ignoraba a esa hora el hallazgo del cadáver de Beckert o del que se tiene por tal en la legación. Avancé hasta él y le dirigí la palabra. Deseaba co- nocer los detalles del incendio. Le dirigí la palabra en alemán: ― ¿Cómo le va a Ud.? Me contestó entonces él en español: ― No le conozco a Ud. Extrañado entonces ante esta respuesta y al re- conocer al mismo tiempo la voz de Beckert, le dije siempre en alemán: ― ¿No me conoce Ud. a mí? El en español volvió a contestarme: No le conozco a Ud. y avanzó hasta un coche que había cerca de la acera. Le seguí yo entonces, lo vi subir al coche y me acerqué a la ventanilla y le miré la cara a muy poca distancia: lo reconocí entonces por sus faccio- nes. Pregunté, cada vez más admirado ¿no me co- noce Ud. a mí. El volvió a contestarme en español: le digo que no le conozco a Ud. Quedé por un momento asombrado y lentamente me retiré. Enaquellosmomentos, el coche también partía con rapidez. Lo demás que siguió a aquella escena se lo habrá oído contar Ud. al propietario. En la noche pensando en este extraño suceso me arrepentí de no haberle tomado el número al 90 EL CRIMENDE LA CALLE NATANIEL. Testimonios, fotografías y documentos del caso que revolucionó la odontología forense en Chile (1909).
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