El crimen de la calle Nataniel: Testimonios, fotografías y documentos del caso que revolucionó la odontología forense en Chile

Las casas que dan a la calle Alonso Ovalle se encontraban deshabitadas. Se sabía de tres seguros comprometidos: uno de $25.000 pesos en la compañía La Unión Chilena y otros dos por $50.000 y por $5.000 en distin- tas compañías. El apoderado general de la señora Ojeda era el señor Francisco Salazar. (Tartarin y Mora, 1909). A las cuatro de la tarde comenzaron a circu- lar rumores acerca del posible paradero del segundo secretario de la legación (Beckert). Hasta esa hora nadie sabía dónde podía estar. El señor representante de Alemania comuni- có a esa hora sus temores a la policía, la que inmediatamente dio cuenta a la superioridad. Los primeros trabajos aparecían desde luego bastante dificultosos. Un inmensomontónde escombros, todavía humeantes, obstruían el paso y hacían casi imposible reconocer el sitio donde se podía hallar sepultado el cadáver. Se trabajó al principio inútilmente. Dieron las 18:00, las 19:00 horas, y… nada. A las 19:30 horas, un Voluntario de la 10a Com- pañía de Bomberos, después de haber dado un barretazo en tierra movediza, encontró un pedazo informe de carne calcinada, algo que se asemejaba a un pie humano. (Tartarin y Mora, 1909) Neftalí Cruz, magistrado del Segundo Juzga- do concurrió al sitio del suceso acompañado por agentes de la Policía Secreta y específi- camente de la Sección de Seguridad y otros funcionarios. Se envió el cuerpo a lamorgue y se guardaron los numerosos documentos que rodeaban el lugar del hallazgo. Comenzaron las indagaciones entre el vecindario. Eugenio Castro, jefe de la Sección de Seguridad de la Policía Secreta, percibió que se abría un enig- ma policial. (Hernández y Salazar, 1994) Inmediatamente se dio orden de hacer cesar los trabajos con barreta y pala, para continuar sacando tierra cuidadosamente con la mano. Un cuarto de hora después, a las 19:45 horas se había descubierto por entero el cadáver. Se encontraba tendido boca abajo hacia un extremo de la pieza, aparecía con el brazo de- recho apoyándose en el suelo, el otro levan- tado, como en actitud de proteger la cabeza. Todo el cuerpo descansaba en un enorme montón de papeles chamuscados, que le ser- vía como de lecho. A las 21:30 horas llegó el jefe de la Sección de Pesquisas, que procedió a efectuar la prime- ra visita al cadáver. A continuación, llegaron los jueces señores Cruz Cañas y Juan Bianchi Tupper , el prefecto y sub-prefecto de policía, el segundo jefe de la Sección de Seguridad y varios otros jefes de policía. También acudió a presenciar la escena el ministro de Hacienda, señor Devoto. (Tartarin y Mora, 1909) El doctor de la Prefectura de Policía Dr. Alberto Molina , acudió en momentos en que se encontraban reunidas todas las autorida- des. Grande expectación se notó entre todos los N. del A. Esto se explica porque se le había encomendado al canciller lacrar unas cartas y este era su horario laboral Es decir, podría haber estado trabajando en ese momento N. del A. Aunque algunos relatos atribuyen el hallazgo del cadáver a un funcionario policial, la evidencia documental y la lógica operacional sugieren que fueron los bomberos quienes lo descubrieron Los trabajos de remoción de escombros — especialmente en un escenario de incendio—corresponden por protocolo a cuerpos bomberiles, capacitados y equipados para tales labores. De hecho, durante las labores iniciales, la posibilidad de encontrar víctimas era considerada remota Este análisis se ve reforzado por el testimonio, que este autor en comunicación personal con un Voluntario de la 5ª Compañía de Bomberos de Santiago confirmó la improbabilidad de que la policía hubiera realizado dicho descubrimiento, dado que su intervención en estas tareas resultaría atípica según los procedimientos de la época y actuales 36 EL CRIMENDE LA CALLE NATANIEL. Testimonios, fotografías y documentos del caso que revolucionó la odontología forense en Chile (1909).

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=