El crimen de la calle Nataniel: Testimonios, fotografías y documentos del caso que revolucionó la odontología forense en Chile

Jueves 4 de febrero de 1909. Ciudad de Santiago. N. del A. Como explica el destacado jurista y diplomático chileno Sr. Santiago Benadava Cattan (1931-2004) en su obra El Crimen de la Legación Alemana, un canciller constituye un funcionario de una Embajada, de una Legación, de un Consulado encargado de asistir al Agente Diplomático o al Cónsul en el ejercicio de sus funciones administrativas y contenciosas, y que tiene, además, ciertas atribuciones especiales, como la percepción de derechos de cancillería, etc. (Benadava, 1986) Foto N° 9. Ilustración del dibujante “Chao” muestra a Beckert en un palco en el Teatro de Santiago, la noche previa al incendio y crimen del 5 de febrero. Alas. Fuego y Tinieblas o el Drama de la Legación Alemana. (1909). Un día antes del incendio. La legación alemana en Santiago, represen- tación diplomática del Imperio alemán que actuaba en nombre de SuMajestad el Káiser Guillermo II , estaba conformada por un re- ducido pero eficiente equipo de cuatro fun- cionarios: tres alemanes y un chileno. A sus 38 años, el canciller de la legación, el ciudadano alemán Guillermo Beckert Trambauer , for- maba parte de una institución que gozaba de considerable prestigio en el país. Durante doce meses, el grupo había desempeñado una labor impecable, destacándose por su co- hesión y eficiencia administrativa. El canciller era un funcionario interino que, aunque no pertenecía al servicio diplomático de carrera, se encontraba en proceso de regu- larizar su nombramiento. Este empleado dis- frutaba de la plena confianza de sus superio- res, manejaba con discreción los asuntos más reservados de la legación, y tenía incluso acce- so a la caja fuerte y administración de fondos, responsabilidades que evidenciaban su posi- ción privilegiada dentro de la organización. Esa noche, Guillermo Beckert o “Willy”, como le decían sus cercanos, y su distinguida esposa, la Sra. Natalia López Urrutia , disfru- taban de una visita al Teatro de Variedades en su palco privado a las 22:15 horas de una noche del caluroso verano de 1909. Nada ha- cía sospechar lo que tenía planeado, ya desde hacía muchos meses este canciller. Según sus cálculos, en unos días más ya no estaría con ella, ni en Santiago, ni siquiera en el país. La investigación posterior revelaría que ella no tenía ningún conocimiento de su plan, sin embargo, aparecería en la prensa, unos días más adelante, como sospechosa de un grave delito. (Alas, 1909) 21 Capítulo 1 . Jueves 4 de febrero de 1909.

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