El crimen de la calle Nataniel: Testimonios, fotografías y documentos del caso que revolucionó la odontología forense en Chile
Y se puede decir casi un desprecio por la vida. Sus primeras palabras al llegar a la penitenciaría fue- ron estas. ¿Bueno cuando me fusilan? ¿Solo me quedan 24 horas de vida?... a lo que se le contestó que el plazo era un poco más largo. Esta respuesta no le produjo impresión alguna, enseguida entró con paso firme en la Casa Penitenciaria de la cual nos saldrá sino su cadáver. El carruaje que nos conducía el sitio de fusila- miento de Guillermo Beckert corría velozmente acortando en un momento, la enorme distancia que nos separaba de la Casa Penitenciaria. Por fin divisamos la ancha avenida que conduce a la legendaria prisión. Y a la luz de los focos eléctri- cos, pudimos ver a través de una espesa niebla un público numeroso que esperaba se le permitiera entrar. Descendimos y después de varias formali- dades y tarjetas se nos permitió la entrada. Eran las 6:30 horas de la mañana y solo restaba hora y media para la ejecución de Beckert. Sentados en un banco, resolvimos esperar pacientemente. A las 8 menos 25 minutos, un oficial nos indicó que podíamos pasar al patio donde debía llevarse a cabo el fusilamiento. Nerviosamente, penetramos a él. Era un extenso patio, cuyas paredes recién pin- tadas de blanco y un pequeño jardín, le daban un aspecto alegre pero solitario. En su alta pared exte- rior, como si fuera un circo romano, se veían nume- rosas personas esperando ver el triste espectáculo. ― ¿Ya viene? ― Aún no. Y seguíamos esperando. A las 8 menos 15 minutos entraron los cinco tira- dores y silenciosamente se ocultaron en el depar- tamento que se les tenía destinado. Reloj enmano, contábamos los minutos. A las 8:00 horas en pun- to un rumor sordo nos avisó que el sentenciado se acercaba. Se produjo un silencio profundo y todo se descubrió. Guillermo Beckert, agotado, consumi- do, llevando la cabeza inclinada al pecho y condu- cido en brazos por dos guardias, fue colocado en el banquillo. Un instante que en la vida de un hom- bre jamás se olvida. Los sacerdotes rezaban le- vantando en alto sus crucifijos. Beckert respondía Foto N° 246. Imágenes que muestran la expectación pública de la gente que se agolpaba para ser testigo del final de Beckert. BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE. Revista Zig-Zag (1905-1964). Memoria Chilena. Disponible en https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3684.html. Accedido en 20/4/2025. fatigosamente silbando por sus labios las palabras sagradas. Sonaron los disparos y la justicia quedó cumplida. Segundos después, la lluvia mojaba la aún tibia frente de Guillermo Beckert. Dos guar- dias envolvieron el cadáver del infortunado ex canciller y lo trasladaron inmediatamente a una pieza contigua al patio del patíbulo. 235 Capítulo 11 . 5 de julio de 1910.
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