El crimen de la calle Nataniel: Testimonios, fotografías y documentos del caso que revolucionó la odontología forense en Chile
El estudio de estas particularidades lo habría conducido directamente a la verdad y la prueba de esta aseveración está en que el infrascrito, con un examen atento, comprobó en algunas horas el cadáver no era de Beckert, contando con menos elementos de investigación, pues no tuvo a la mano la señora Tapia, que había declarado que su marido tenía los dientes intactos y solo una muela cariada. Aún más, este protocolo, si no ha sido enmendado, da margen para suponerlo. Probémoslo: si fuera efectivo lo consignado en él, al tomar nota, el pro- fesor Westenhöffer de la declaración de la Tapia, que decía que su marido tenía todos los dientes in- tactos y solamente había una muela cariada, de- bió ver que esta declaración coincidía en todas sus partes con lo que manifestaba las mandíbulas que tenía en sus manos, y al no proclamar inmediata- mente esa identidad, o que abrigaba fuertes dudas sobre ella, significaría malicia de su parte. Como esto no es verosímil ni aceptable, hay que admitir forzosamente que el protocolo primitivo no deta- lla las particularidades que consignó el que se ha dado al público. Todavía diremos que este informe, con el facsímil de protocolo disciplinado, no ha llenado la emisión de un informe médico legal propiamente hablan- do, pues en lugar de ayudar a la justicia, la ha despistado. Estudiemos que consecuencias se desprenden de este informe mal dirigido comparándolas con las que se habrían acarreado el informe de losmédicos chilenos si el asunto hubiera terminado ahí. En el primer caso hay un crimen cometido y se señala la víctima es el canciller alemán Don Guillermo Beckert, que cae bajo el puñal del asesino Tapia, quien para consumar el crimen y perpetrar el robo, prende fuegoal cadáver yal edificio. La justiciaper- seguía al culpable y como éste no aparecía jamás, vendría la rebeldía y el sobreseimiento. Mientras tanto, la vindicta pública queda en suspenso; pero no quedaría en suspenso el reclamo del gobierno extranjero que mediando las cartas de Beckert y lloviendo sobre mojado la matanza de Caleu, in- cendio de los consulados alemanes de Valparaíso y Santiago llegaría a quien sabe hasta dónde. En el segundo caso se habría tratado de un acci- dente fortuito y si bien es cierto que había indicios para presumir un crimen, no pudiéndose compro- bar si hubieramantenido este estado de cosas en el statu quo, por secular seculorum, puesto que en la persona de quien se sospechaba no habría sido la vida jamás. Nunca se habría aplicado con más razón el pro- verbial dicho: de dos males, el menor. Luego, si el informe de los médicos chilenos es deficiente, el de los doctoresWestenhöffer, Aichel yOyarzún, es to- davía peor con respecto a sus consecuencias, en el supuesto que no hubieran sido modificadas. Justo será entonces reclamar la benevolencia de nuestros poderes públicos y de la sociedad para las personas que han actuado como médicos en este desgraciado asunto, sobre todo si se toma en cuenta que han sido inducidas al error por las circunstancias mismas del hecho. El profesor Westenhöffer ha inundado a la prensa de ayer con abundantes publicaciones destinadas a probar: Primero que he ocultado durante 24 horas el co- nocimiento que yo tenía de la identificación del cadáver de Tapia, lo cual le da derecho al profesor para deducir que no hay palabras con que calificar el proceder de este representante, es decir, yo de la ciencia seria ante sus colegas, una potencia amiga y los tribunales chilenos que lo designaron como perito. Segundo, que encuentra dificultades para sus tra- bajos en Chile. La primera y audaz afirmación del eminentemédi- co alemán se basa sobre una suposición antojadiza. 222 EL CRIMENDE LA CALLE NATANIEL. Testimonios, fotografías y documentos del caso que revolucionó la odontología forense en Chile (1909).
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