El crimen de la calle Nataniel: Testimonios, fotografías y documentos del caso que revolucionó la odontología forense en Chile
deben dar en breve la última palabra en este mis- terioso drama que efectúa ya a nuestra sociedad y que puede comprometer tal vez la tranquilidad y el buen nombre de la República. Hoy por fin hablan definitivamente en su carácter demédicos. Legistas en lamañana del martes 9, en presencia del señor juez del crimen, señor Bianchi, del prefecto de policía, del médico legista de la au- topsia, señor Donoso Grille, del antiguo profesor de patología señor Oyarzun, del señor Ministro alemán, el Secretario y testigos, señores Neupert y Sievers. ¿No pudieron equivocarse? Ha examinado todo el día 8, desde las diez ymedia de lamañana hasta la una de la tarde, en el carácter de turistas científi- cos en forma sumamente minuciosa, con infinitos detalles, como deben hacerse siempre estas autop- sias sin “prejuicio alguno”. Y habiendo descubierto la herida. Se detienen. Se trata de un crimen y para poder continuar es pre- ciso la autorización del juez. Se les concede y con- tinúan el trabajo hasta las cinco de la tarde. Se les autoriza para continuar en compañía de médicos chilenos que no asiste en esa tarde. Si, como sim- ples turistas, científicos habían llegado a descubrir el crimen y los restos pequeñísimos del arma ho- micida, que no harán ahora, cuando no se trata de áridos estudios, sino de una cuestión de palpitante actualidad de vida o muerte, máxime cuando está en tela de juicio la personalidad de un compatriota. Probablemente, así como Eneas la profetisa de Cu- mas, lo exhortaba diciéndole “Nunc animis opus, Enea, nunc pectoro firmo”, así también la de la ciencia les gritaría a los doctores, ahora es menes- ter desarrollar los procedimientos científicos, aho- ra es necesario lucir el caudal almacenado en las aulas teutónicas, hay que aplicar todos los medios que aconseja la antropología moderna y si no hay materia en que aplicarlos, por lo menos hay que nombrarlos para que se vea que se conocen. Se continúa en tan improbable labor en la maña- na del 9 en presencia de las personas nombradas y del médico de policía señor Molina y otros emplea- dos superiores, ante el féretro y con las piezas de convicción a la vista, corazón, pulmones, coágulos de sangre, vasos abiertos. Y se proclama urbi et orbi que los restos que han pasado al tamiz de la ciencia alemana son del canciller Beckert, asesina- do poco antes del incendio. Esta afirmación fue sostenida repetidas veces en tono de Magíster. Ninguno de los asistentes se equivocó sobre este particular. Todos oyeron que el profesor Westenhöffer después de la “rociada”, muy merecida de los médicos chilenos, proclamó la identidad. Comienza a funcionar el telégrafo. La comisión alemana ha dado su dictamen llevando protocolos escritos a máquina en alemán, que el señor doctor Oyarzun queda encargado de traducir en breve. La noticia de que el cadáver quemado pertenece al canciller alemán, víctima de un cobarde asesino, se esparce por todo el mundo. Muchos días después, aparece en disciplinada técnica el famoso protoco- lo a tres columnas de letra pequeña, firmado por los médicos alemanes señores Westenhöffer, Ai- chel y el médico chileno señor Oyarzún. Se esperaba que este protocolo ratificara, como era natural lo dicho magistralmente, la conferen- cia del 9 por el profesor Westenhöffer. Pero en lu- gar de esa ratificación, encontramos el atenuado concepto de que “en este caso se trata en la mayor probabilidad del cadáver de Beckert”. Para llegar a estas conclusiones de probabilidades ¿de qué an- tecedentes se ha servido el profesorWestenhöffer?. Nada más que de unos restos de ropa que la se- ñora de Beckert aseguró pertenecer a su marido, que, según la comisión, aparecieron adheridos a los restos del cadáver carbonizado y que, según los médicos que practicaron la primera autopsia o re- conocimiento, no estaban sobre el cadáver. N. del A.: Nunc animis opus, Enea, nunc pectoro firmo/ Ahora es necesario el valor, Eneas, ahora un corazón firme. 220 EL CRIMENDE LA CALLE NATANIEL. Testimonios, fotografías y documentos del caso que revolucionó la odontología forense en Chile (1909).
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