Memoria colectiva... flores de paz y libertad...

91 aunque oficial, siempre tenía matices diferentes, que lo hacían lucir muy bien y distinto. Ese año surgió una amistad muy fuerte entre Luis Alberto y el grupo formado por Eduardo Jorquera, Mario Meza, Guillermo Oliver y René Rojas que eran amigos desde hacía tiempo; vivían cerca, conocían a las familias de cada uno y eran compañeros desde 4ª preparatoria del año 1958. Este grupo fue muy importante para cada uno y mantuvieron siempre su amistad, aún después de egresar del Liceo. Originalmente se organizó como un grupo de estudio y de actividades deportivas. Existía en el Liceo una actividad voluntaria para los días sábados, la “Mañana Deportiva”. Decidimos participar todos los sábados y como éramos cinco, formamos un equipo de basketball y baby futbol. Lo bautizamos “Los Pilseners”, porque para las prácticas deportivas compramos unas camisetas amarillas, similar a la Pilsener. Terminada la Mañana Deportiva, hacíamos una ”vaca”, pasábamos a la Fuente Suiza a tomar una Pilsener y luego volvíamos a nuestros hogares. Los Pilseners fueron reconocidos, como un grupo consolidado y estable. Nos juntábamos a estudiar y a hacer trabajos escolares. Una actividad muy importante que realizamos, fue la preparación para la Prueba de Aptitud Académica. La rotativa de casas que hacíamos para estudiar, nos permitía ir también a la casa de Luis Alberto, donde alternábamos con toda la familia, incluyendo a don Luis y a los visitantes de ese hogar. Como grupo reconocíamos la confianza que nos tenían, más que nada por las conversaciones privadas de altos personajes de la vida pública. Nunca comentábamos con nadie las experiencias vividas en su entorno íntimo. Sabíamos que él valoraba mucho esa discreción y eso hizo aumentar la confianza que nos tenía. Hay muchas anécdotas como estas: Ruth comenzó su pololeo con Luis Alberto en Julio de 1965. El día en que le da el sí, Luis Alberto regresó corriendo hasta su casa, de pura felicidad. Decía guardar en una cajita de fósforos a Ruth, para tenerla imaginariamente siempre muy cerca.