Memoria colectiva... flores de paz y libertad...

83 Muchas veces nos encontrábamos cuando él se iba a su casa y yo regresaba a la mía; esta diferencia de intereses no nos separaba, me enorgullecía ser amigo de Alejandro, alumno de excelencia, que destacaba entre todos los amigos, de rendimientos moderados. Alejandro tenía amigos, ningún enemigo, compañeros que lo respetaban, y los profesores lo reconocían de modo público. Si había que hacer alguna actividad grupal él se integraba bien, pero con la capacidad de dirigir. Tenía información y un potencial cultural que lo ayudaba a participar en la sala y fuera de ella. En 1963, fuimos a las colonias de verano del Tabo. Compartimos ahí un diálogo prolongado. Alejandro ponía y desarrollaba los temas y escuchaba y aceptaba mis aportes. Era la búsqueda del por qué y cómo ocurría la realidad, cómo cambiar lo existente, cómo mirar al ser individual inmerso en lo social, cómo hacer un fin social más pleno. Después de ese verano no seguimos siendo compañeros de curso, y nos vimos menos. Teníamos 13 años y Alejandro seguía pensando y hablando con erudición. En los últimos años del colegio pololeaba con una niña hermosa, Irene Bolton. Alejandro De La Barra era muy inteligente, terminó el liceo como persona destacada, ingresó a la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, con alto puntaje. Para las promociones por egresar, él junto a otros ex alumnos promocionaba su carrera parado en la puerta del LMS; en una ocasión conversamos un poco, era siempre la misma persona afable. Tiempo después supe de su militancia y no me extrañó, sentí orgullo que fuera mi amigo, y estuviera en una vanguardia revolucionaria. Era el paso lógico y coherente, por su interés social, que en nuestras conversaciones había mostrado. Empezó a tratar de entender nuestra realidad desde que era muy pequeño, y desembocó en tratar de buscar soluciones a lo que veía que podía y tenía que cambiar en pos de una sociedad más justa. Antes del Golpe Militar, supe que lo habían tomado detenido, y luego dejado en libertad. Volví a buscarlo a su casa de Salvador para