Memoria colectiva... flores de paz y libertad...

79 por una madre que creyó que el silencio protegería a sus hijos durante la dictadura. Pero no hubo protección posible contra el dolor. Más aún. Buscó, de adulto, la compañía amorosa de otra doliente: Javiera, la hija de Miguel Enríquez. Y fue ella la que halló, al despertarse, su cuerpo meciéndose como una campana. Una campana que tañe a duelo. Por todos los hijos de las víctimas… “

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