Memoria colectiva... flores de paz y libertad...

64 hermanos que muchas veces animaban en el Liceo o en casas de apoderados las fiestas con su música, a Roldán que tocaba la campana y cerraba la reja en cámara lenta para que alcanzaran a entrar los que venían corriendo atrasados, a Meneses, a Zúñiga, a Ruz, a Inés Musalem en la enfermería, a la Srta. Seisdedos y el acogedor personal en la magnífica biblioteca. Y por supuesto, aunque no tenía contrato a don Manuel el manicero que estacionaba en la puerta su barquito en el que además de maní tenía libros para prestarle a algún interesado. Hasta el carabinero que dirigía el tránsito en la entrada del Liceo, cabo Hormazábal era homenajeado con simpatía para el día del Carabinero. El Plan Común que era fijo y el Plan Variable que era electivo, formaban el currículum. Así los alumnos podían profundizar en el conocimiento o la práctica de alguna materia en la que tenían especial interés. Había además talleres de arte, grabado, teatro, danza y otros que eran voluntarios. Al taller de danza iban muchas niñas que antes iban a la Casa de la Cultura con Joan Jara y Alfonso Unanue, atraídas por la profesora Yerka Luksic. Presentaron en el parque a mediados de los 60 “Cuadros de Una Exposición” de Mussorgski que fue bellísimo, todo un acontecimiento. Yerka falleció trágicamente poco después. Yerka Luksic Patricio Rojas , G. 70: “Aprendí a escribir en el Liceo, gracias al profesor Luis Araya, en los variables de Castellano, allá por 1967 y 1968. La prueba de fuego y el placer, consistía en leer el texto delante del curso, escuchar los comentarios de los otros alumnos y las dos o tres frases (a veces más) del profesor que hacía un análisis o critica”.

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