Memoria colectiva... flores de paz y libertad...
61 de psicología y pedagogía en filosofía en la Universidad de Chile y quedó asignado al departamento de Orientación, tomando también horas docentes. Era además el encargado de apoyar a los Centros de Alumnos y de su relación con el profesorado. En 1968 fue el primer psicólogo educacional en un establecimiento secundario estatal. Para él también fue un tiempo de mucha creación y crecimiento. Todo ese período fue extraordinario para la labor docente y el desarrollo de los alumnos. El ambiente entre los profesores era de gran camaradería y amistad que se prolongaba más allá del horario laboral. El grupo de apoderados era bastante homogéneo en cuanto a recursos y proyectos de vida para sus hijos. Muchos eran profesionales y vivían en Ñuñoa; varios de ellos eran personajes destacados de la cultura, de las ciencias y la política en el país. Desde el inicio los profesores fueron grandes maestros, ejerciendo su labor con entusiasmo, siempre encontrando mejores caminos en la experimentación para hacer una mejor docencia. Daban a sus alumnos conocimientos de sus materias y del mundo en que vivían y permitían el desarrollo de su personalidad, entregando a la sociedad personas preparadas para “dar alegría a la humanidad” como dice su Himno. Estaban respaldados en ese tiempo por los profesores del Pedagógico de la U. de Chile, que tenía al Liceo también como su campo de práctica y enseñanza para los nuevos maestros. A veces nuestros profesores recibían a alumnos de pedagogía en práctica. En general nos portábamos muy bien a pedido de nuestros profesores, pero también como una especie de solidaridad con esos nuevos maestros que se notaban nerviosos de enfrentarnos. Así pasaron muchos profesores destacados posteriormente, haciendo su práctica en el Liceo, como en historia, el Premio Nacional Gabriel Salazar y Carmen Castillo Echeverría cuya madre, Mónica Echeverría, también había sido profesora del Liceo. Sobre esa práctica recuerdo a Carmen Castillo haciéndonos su clase de historia muy entusiasmada, con el famoso profesor Mario Céspedes de guía, que la miraba desde la última fila con aprobación y el silencio de nuestros compañeros
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