Memoria colectiva... flores de paz y libertad...

148 Luego de salir del Liceo junto a Alejo, conocí más a Jaime en su faceta de niño y adolescente más que de dirigente político. Partimos encontrándonos en la casa de Pepe, que era donde se juntaba un grupo de compañeros a discutir, planificar acciones y otras actividades de la política de esos años. Un día apareció un flaco esmirriado, con una melena y anteojos tipo John Lennon (o Trotsky sería más adecuado) que no reconocí. Pero al imaginarlo sin esa nueva melena, el bigote mexicano y los anteojos redondos, apareció el inconfundible compañero del liceo. Ahí encajó en mi vida y en mis convicciones. Desde ese momento nos hicimos entrañables con él y Alejo. Era un tipo tranquilo, con un humor a toda prueba, distinguiéndose por su gran inteligencia, su capacidad de análisis político, su amena conversación y por sobre todo su pasión por el cine, la literatura y la música. La música de la película “El pasajero de la lluvia” de Francis Lai y la película también con Charles Bronson y Marlene Jobert, y el Concierto en Re Menor Op. 9 Nº 2 de Tomasso Albinoni eran sus obras predilectas, sobre todo el adagio… la silbaba siempre. Recuerdo nuestro viaje al Sur, por allá por el 71, cuando quedamos varados en Angol por una semana en casa de un familiar de Alejo. Lectura y música fueron esos días, pues la lluvia no nos permitía salir. Ahí conocimos la música del Trio de Loussier, la obra de Bach en jazz, para Jaime una actualización magnifica de su obra. Estos discos que Jaime colocaba sin parar, siguen vivos ahora en CD formando parte de su recuerdo en mí, en mis hijas y en los amigos que hoy los disfrutan. De la lectura que pedía que leyéramos, recomendaciones que venían de un intelectual demasiado alejado del estereotipo del intelectual, nos enseñaba su obra más querida: La Condición Humana, de André Malraux. Aún conservo la edición del libro que me regaló en mi cumpleaños del 71. Jaime se sabía de memoria el inicio del libro: “¿Intentaría Chen

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