Memoria colectiva... flores de paz y libertad...

136 Estudiante de Ingeniería Mecánica, el Negro sabía alternar estudio, trabajo político, deportes, distracciones intelectuales y parranda. De carácter discreto, poseía gran capacidad para escuchar a los demás. Observador, sarcástico y de ironía corrosiva, las tertulias compartidas con el Negro en animadas discusiones se hacían siempre cortas. Amante de tangos, boleros, música Rock, de poesía y vino tinto el hombre con su sonrisa mejicana nos hacía brindar en cuatro gestos, sin parar y al grito de: “arriba !! abajo !! al centro !!...pa’ dentro !!!”. Su felicidad, su alegría por la vida, poseían un carácter tan absoluto como lo era su adhesión a principios o convicciones políticas; sobre estas últimas, consideraba que no valía la pena interrogarse a cada rato. A las certezas seguían las decisiones y a estas últimas, las acciones. El Negro Flores fue siempre así. La “relatividad” nunca hizo parte de su matriz intelectual. En Concepción Sergio practicaba el fútbol y el box inglés. Fue él quien estuvo en el origen del círculo de boxeadores de fin de semana. El Negro respondió así a la demanda de Axel Coustasse, egresado en 1969 del LMS y estudiante de Ingeniería Química, que deseaba mejorar sus «capacidades combativas». Rápidamente, el círculo de combatientes se agrandó y las sesiones planificadas por del Villar se sistematizaron en el departamento de calle Paicaví que éste compartía con Troncoso y conmigo. El sparring partner de Axel era el Negro, que hacía la síntesis de lo ventajoso que era combatir con Axel: La primera ventaja es tener la certeza de que yo voy a recibir menos de lo que le voy a dar. La segunda es queAxel comenta el match en directo, lo que contribuye a la exaltación del espíritu combativo. Y la tercera es que sus comentarios contribuyen a mejorar tu propia técnica boxística. Efectivamente las ventajas de combatir contra Axel quedaban en evidencia al final de cada combate. Salía siempre muy machucado y con el tiempo, todos queríamos boxear contra él. A esto se agregaban la hidalguía y cortesía de sus comentarios cuando el pobre recibía un trompazo y comentaba presuroso: “bravo Sergio, excelente directo de derecha

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