Memoria colectiva... flores de paz y libertad...

131 suerte ─ su hermano Genaro Flores es asesinado como él en un falso enfrentamiento, su hermano Aldo fue detenido, después de recibir un tiro por la espalda en 1974 purgando más de tres años de cárcel y muchos más de exilio, el que escribe es el hermano menor, fui detenido y secuestrado por la DINA a los 16 años, en 1974 en calle Londres 38. Sólo nos queda el recuerdo de esas bellas aceitunas negras, que nos dan alegría y nos cuidan,… lo sé de corazón, conocí a mi hermano, a pesar de la tristeza, siempre entregaba su risa al céfiro, como un regalo a la salida de un circo. Debemos recordar para que no vuelva a ocurrir, será una buena forma de justicia y una dádiva para él, para que siga corriendo en los jardines del liceo, haciendo deporte en el gimnasio, y otras cuantas cosas más que su generación bien sabe. Ahora son los colores de una nueva juventud, que lucha por ser libre y tiene su futuro en sus manos, como lo quiso Sergio un país libre, libre de todo. Sergio desde muy niño, mostraba sus dotes deportivas, de personalidad sociable, lo que lo llevó a tener muchos amigos, su fuerte personalidad era incompatible con estructuras verticales la cuales rechazó siempre, era un luchador social innato, no hecho para obedecer órdenes de burócratas. Al momento de su muerte llevaba adelante una discusión política en su partido para rectificar las políticas militaristas aisladas de las masas (como se decía en esos años), poder elegir la dirección de la Organización, en fin esas discusiones que están en el olvido. Mis hermanos conocieron el destierro y el exilio, también la clandestinidad, a pesar de lo duro que fue, ellos nunca perdieron la alegría de vivir. Para Sergio, la decisión de retornar al país no fue fácil, coincidió con la ruptura de su matrimonio, (momento que inicia una relación de pareja con Verónica Cienfuegos hasta el día de su muerte) dejar a sus dos hijos no fue fácil. Creo que Sergio nunca pudo superar la ausencia de sus hijos, pero la lucha por un país mejor mitigaban ese dolor “mis hijos podrán algún día vivir en Chile conmigo” comentario que siempre le escuché.