Memoria colectiva... flores de paz y libertad...

115 Su compañero de curso Oscar Ulloa G. 68, lo recuerda también: “Lucho se relacionaba bien con todos los compañeros del curso que reconocían su inteligencia. A varios les ayudaba a prepararse para las pruebas o los exámenes de marzo y les daba ánimo demostrándoles que si ponían atención a las preguntas, ellos podían contestar porque sabían la materia. Era un buen deportista, un poco “picado” (vehemente); en 1º humanidades jugaba fútbol en el equipo del curso, en 2º no participó mucho y en 3º ya no iba. Conversé con él porque nos faltaban jugadores y me respondió que él era ciclista y el fútbol hacia crecer los músculos de los muslos y eso afectaba el rendimiento como ciclista. En 4º humanidades se disfrazó del profesor Araya, profesor de castellano que tenía canas en la sien y usaba unos anteojos gruesos, su imitación fue perfecta. En general él admiraba a su padre, sentía orgullo que fuera chofer de la Empresa de Transportes del Estado, al parecer manejaba los trolley. Para las huelgas de estudiantes, antes de que llegara Allende a la presidencia, se enojaba cuando los estudiantes le sacaban los “suspensores” a los trolley. Ya en el matemático 2, 5º humanidades, empezó a cambiar su personalidad, su adolescencia se puso difícil, muy contestatario a los profesores, en ocasiones un tanto insolente, eso creo que le pasó la cuenta, para que no lo nombraran como el mejor alumno del liceo, que bien se lo merecía. Lucho entró al MIR, fue parte del FER, pero no lo vi trabajando activamente en la Universidad, su trabajo estaba en las poblaciones. Previo al golpe lo encontré en la escuela de Ingeniería. Sólo hablaba de política, un poco agresivo, muy anticomunista, no permitía el diálogo. Después del golpe dejó de estudiar y siguió con su trabajo político hasta su detención. Puedo decir que Lucho vivió su vida apasionadamente, consecuente a su visión de sociedad, luchando activamente por mejores condiciones de vida para una clase social de la cual él se sentía parte”.