Memoria colectiva... flores de paz y libertad...
109 reconocer a sus dos hijos militares como hijos. Hugo era mucho menor que sus hermanos. Era su conchito. Hasta hoy recuerdo siempre al Tano, y lo considero como el Hermano que no tuve”. Joaquin Martínez G. 66: “Fui su compañero de curso en el Liceo y después en la escuela de Ingeniería donde con Arturo Lobato que era nuestro compañero y amigo en el Liceo, formamos un grupo de estudio y de militancia. Leer el proceso judicial del caso de Hugo reabrió una vieja herida que ha permanecido latente todos estos años. Me di cuenta que sólo 5 días antes de que nuestro compañero iniciara el camino al infierno que antecedió a su muerte yo comenzaba una nueva vida en Estocolmo y no puedo dejar de pensar que a él también le hubiera gustado ver nacer a sus hijos y guiar sus pasos en un mundo mejor. Pero él se quedó; se quedó para siempre. En el primer año de ingeniería estudiamos juntos con Arturo Lobato a veces en casa de Arturo y a veces en casa de Hugo. Ahí conocí a su madre que tenía una gran devoción por él. Fue probablemente el único año de estudios dedicados, todavía un tiempo de inocencia que honrábamos a veces jugando a la pelota en la calle. Después por sus actividades fuera de la escuela, empezamos a verlo con menos frecuencia. Su última actividad académica fue sacarse un 7 en “Teoría del Cambio Social” que se impartía en la escuela para ampliar la perspectiva de los ingenieros. Cuando él ya no fue más a la Universidad nos vimos ocasionalmente. La última vez que lo vi fue en casa de su madre. Ya no era el niño del primer tiempo (era dos años menor que nuestra generación) Exhibía la seguridad y consecuencia propias de quien ha elegido su camino. Casi se podía entrever la determinación y valentía con que enfrentaría su destino final. Nunca olvidaré la mirada de su madre que junto a la felicidad de tenerlo cerca por unos momentos, reflejaba angustia y
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