Memoria colectiva... flores de paz y libertad...
103 hija en sus lecturas. Fue una linda convivencia con ellos y tengo un gran recuerdo de ese tiempo. A veces estaba taciturno y preocupado por su futuro el cual presentía, pero siempre convencido que era su camino. Decidieron irse para no comprometernos. Su mamá me avisó de su detención y después de su muerte. La acompañé en esos días. Después lo entregaron y le dieron unas horas para velarlo. No fui capaz de ir.” Su prima Loreto tiene un recuerdo de él como juguetón, un poquito tímido pero capaz de hacer travesuras como cuando con su hermana Mónica, de su edad rayaron juntos la muralla de la escalera, llevándose ambos una reprimenda; se hacía querer, no era un niño ni porfiado ni retraído. Fue al Manuel de Salas porque era un buen liceo y quedaba cerca de su casa en Juan Moya y siguió ahí porque pienso que nunca le atrajo lo militar como a sus hermanos, sabíamos que era buen alumno y le gustaba su colegio. Ya adolescente y cuando viajábamos a Santiago siempre nos acarreaba en una Citroneta que tenía la tía o nos acompañaba a la micro y conversaba y reía con nosotros que éramos sus primas “huasitas” del sur. Físicamente Hugo era muy atractivo, alto, encantador, moreno con una sonrisa pronta y generosa. Era muy “mino”. Debe haber tenido sus cuantas admiradoras A la tía Emita le escuchaba hablar de una polola que se exilió en México pero no sabía nada de ella. No creo que su familia supiera de su trabajo político, hasta después del golpe. Entonces los hermanos le pidieron que se fuera de Chile y la familia pensó que se había exiliado. El nunca se fue, pero sus hermanos se fueron todos a trabajar fuera. Años después, en el 77, yo viví con su mamá dos años pero casi nunca hablamos de Hugo porque en cuanto se le mencionaba ella no paraba de llorar”. Victoria del Villar G. 66, fue su compañera en preparatorias y lo recuerda “como un niño lindo, bajito, de enormes ojos café, con
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