Dossier n°10. Aproximaciones al discurso de la extrema derecha
Dossier N° 10 / Programa de Estudios Comunitarios Latinoamericanos, Universidad de Chile. 81 forma de celebrarlas, con el argumento base en común de la preservación de una identidad nacional europea y blanca que no puede ser modificada ante el avance y llegada de estos grupos. A medida que los elementos que identifican y hacen parte de la cultura son atacados, su práctica se convierte en un acto de resistencia en sí mismo. La danza tumbe, en particular, emerge como una forma de resistencia a un discurso colonial de negación histórica de su presencia, en el que misma práctica se convierte en un acto de rebeldía y memoria. Cada vez que se practica la danza, ya sea en celebraciones tradicionales o en otros contextos, se está externalizando y reforzando la cultura, que es una parte fundamental de la identidad afrodescendiente. La danza, entonces, no solo es un acto cultural, sino un acto de resistencia frente a la discriminación y el odio: un lugar, donde las negritudes migrantes pueden hallar pertenencia y resistencia al discurso racista, nativista y conservador de la chilenidad. Resistencia de Mujeres Indígenas-Campesinas por la Vida, la Semilla y la Alimentación En la historia de América Latina habita una grieta profunda. Los violentos procesos de colonización que dieron lugar a la usurpación y despoblamiento territorial mediante el genocidio y expulsión de los pueblos indígenas, hinstalaron además una lógica moderna hegemónica fundamentada en una matriz cartesiana y patriarcal, pensar colonial que escindió la humanidad de la naturaleza (Rossi, 2023), despojando a los cuerpos de la tierra y estableciendo la dominación de la urbe sobre la ruralidad, de la misma manera que el varón por sobre la mujer. A partir de esta profunda fractura, el vínculo con el campo se matizó del extractivismo y la explotación tanto de recursos, como de cuerpos. Las mujeres, a partir de la división sexual del trabajo, se vieron desplazadas de las tomas de decisiones y delegadas a las labores domésticas (Korol, 2016). Sus saberes ancestrales vinculados a la tierra se vieron adormecidos y sobrepasados por las aplicaciones tecnocientíficas, pese a ser precisamente ellas quienes, como sostén familiar, han alimentado la memoria y la vida campesina. Hoy, desde la misma grieta brotan semillas insurrectas que se abren paso entre las fracturas de los campos hacia las urbes en contrarrespuesta a su devenir como no-sujetos en los relatos oficiales de nuestra región. Mujeres indígenas-campesinas son la fuerza que se moviliza por un proyecto de sociedad que en su centro revitaliza el valor de la vida, la justicia, la diversidad, los saberes ancestrales y la soberanía alimentaria de los pueblos. Para comprender las claves de su resistencia, y actual disputa con las narrativas ultraderechistas que amenazan su reconocimiento y participación, resulta indispensable realizar un breve ejercicio de historización que permita reconocer la persistente negación de las mujeres indígenas-campesinas en la producción de la tierra y los costos que la expansión de la agroindustria ha tenido en ellas como
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