Dossier n°10. Aproximaciones al discurso de la extrema derecha

Dossier N° 10 / Programa de Estudios Comunitarios Latinoamericanos, Universidad de Chile. 49 sólo se asocia al acto genital con finalidades fecundantes sino que también abarca una amplia gama de conductas, sensaciones, emociones, valores, creencias y pensamientos que son multifactoriales en cada persona, enmarcados en el modelo biopsicosocial, según el contexto en que se desarrolle y las significaciones que se tengan de ellas (Hablemos de todo, s.f.; Ministerio de Educación, s.f.). No obstante, la colonización ha utilizado la sexualidad como un dispositivo de organización y disciplinamiento social mediante el establecimiento de la cisheteronormatividad como componente intrínseco de su construcción humana, lo que concede existencia únicamente a identidades cisgénero heterosexuales. Las autoras Chamarro y Miranda (2023) explican que la aplicación y réplica de tales normativas se constituye mediante la inserción de las mismas en la trama social, instituciones o lugares de poder (medicina, el derecho, la Iglesias y policías) que las mantienen vigentes, a la vez que generan discursos opresivos hacia quienes se desvían de las imposiciones dictadas. Diversas autoras y autores han estudiado a profundidad el fenómeno de la jerarquización por género dentro de la sociedad humana. La autora Rita Segato (2018) plantea que, previo a la colonización, existió un orden social caracterizado por una prevalencia del hombre por sobre la mujer, el cual permitiría la consolidación del sistema patriarcal en las sociedades colonizadas. Sin embargo la autora profundiza que la sociedad, previo al ingreso de los invasores, no presentaba divisiones entre géneros frente a decisiones realizadas en comunidad, ni formas restrictivas de vincularse sexoafectivamente (Segato, 2013). De este modo, los roles de género que describen el actuar de cada sexo-género se instalan bajo los mandatos europeos patriarcales con la colonización dentro del territorio latinoamericano, realzando las relaciones condicionadas por el binarismo y la individualidad de cada persona. En definitiva, la cisheterosexualidad ha funcionado y continua actuando como un régimen de control biopolítico que privilegia ciertos cuerpos por sobre otros, manteniendo y perpetuando una jerarquía binaria entre los géneros: hombre y mujer (Pino y Tiseyra, 2019). La cisheterosexualidad obligatoria, al operar no solo definiendo y regulando las relaciones entre los sexos sino también forzando valores y conductas específicas a los individuos, refuerza una estructura social que se presenta como inamovible e inescapable, influyendo profundamente en nuestras creencias y en la forma en que las personas deben navegar dentro de la rígida binariedad del cisgénero. En ese sentido, el orden normativo excluye y marginaliza otras formas de sexo, género y deseo, creando un sistema de control que limita la expresión auténtica y diversa de la identidad humana.

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