Dossier n°10. Aproximaciones al discurso de la extrema derecha
Dossier N° 10 / Programa de Estudios Comunitarios Latinoamericanos, Universidad de Chile. 30 sociohistórica de feminidades y masculinidades, así como “(...) sistemas de valores y creencias en relación con el cuerpo y sus cuidados; modelos científicos de interpretación y de intervención técnico-profesional; y análisis de las prácticas sociales y de la vida cotidiana.” (Zaldúa et al., 2016, p. 27). Cuando el factor biológico deja de ser el principal foco y se adopta el paradigma de la Salud Colectiva, se entiende que el proceso salud-enfermedad colectiva establece las características básicas sobre las cuales se apoya la variación biológica individual, siendo la historia social la que determina la probabilidad de que un sujeto enferme de un modo particular o de otro (Laurell, 1982). En esta misma línea, el modelo de determinantes sociales propuesto por Castellanos (1998, como se citó en De Lellis et al., 2014) sostiene que en cada sociedad se manifiestan modos de vida que son el resultado de procesos generales vinculados a las características del medio en el que se asienta la comunidad, su organización económica y política, su cultura, su historia, y otros factores que contribuyen a conformar su identidad. A la vez, el modo de vida está determinado por las diversas condiciones de vida de los diferentes grupos de población que integran la sociedad y las relaciones que estos establecen entre sí. Simultáneamente, cada individuo o pequeño grupo posee un estilo de vida relacionado con sus propias características biológicas, sus hábitos y normas, su entorno residencial, su nivel educativo, entre otros factores. La relación entre el modo, las condiciones y los estilos de vida, como determinantes de la situación de salud-enfermedad, puede concebirse como un sistema complejo, jerárquico y abierto. De esta forma, se refuerza la idea de que la salud mental de los sujetos que componen la sociedad no depende exclusivamente de ellos mismos. En tiempos donde el bienestar y la productividad se presentan como imperativos de la vida de las personas, es fundamental subrayar que “(...) las circunstancias sociales, culturales y económicas deficientes afectan la salud durante la vida de las personas, de las comunidades y de las poblaciones” (Zaldúa et al., 2016, p. 26). Este panorama representa un desafío ético para los profesionales de salud, a la vez que interpela e invita al Estado a intervenir. Surge, entonces, la pregunta: ¿qué ocurre cuando el Estado se hace a un lado, e incluso desfinancia los sistemas públicos? Al hablar de la ultraderecha en América Latina, es crucial señalar que el factor económico no es el único que ocupa un lugar central en su discurso. La ultraderecha se distingue de la derecha convencional por la politización del ámbito sociocultural, la promoción de jerarquías sociales y la exclusión de ciertos grupos en función de criterios culturales como el género, la nacionalidad o la orientación sexual. De este modo, esta ideología intenta preservar un
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