Dossier N° 10 - Aproximaciones al discurso de la extrema derecha
Dossier N° 10 / Programa de Estudios Comunitarios Latinoamericanos, Universidad de Chile. 14 Frente a los cambios sociales del siglo XXI, que implicaron un rediseño social y la transformación del mundo, con el surgimiento de movimientos y nuevos sujetos e identidades, el proyecto de extrema derecha no tendría cabida. Esto significaba una verdadera muerte social, de modo que lo que aquí se estaba poniendo en juego era su propia existencia. Entonces, la derecha reacciona, reformula su proyecto y empieza un proceso de reinstalación, recuperación de espacios y reconducción del poder a su favor (Stefanoni, 2016). Las dimensiones que se replantean son la importancia de la familia, la libertad, el mercado, el individualismo, los ciudadanos de bien, la nación, la pertenencia, lo propio. Y a partir de esta base conceptual se desarrolla una fuerte crítica a la búsqueda de igualdad en un estándar de vida, a la diversidad sexual, a la desproporción del Estado, al derroche de las políticas públicas, a los funcionarios públicos como parásitos y una crítica a la izquierda como corrupta, libertina y no respetuosa de los valores tradicionales, como sugiere Kaiser (2015). Y es probable que esto no sea todo, sino sólo los elementos esenciales. Como se puede observar, son los mismos parámetros de siempre: recuperación de sus viejos valores y todos aquellos elementos que reestablecen y vuelven a reconstituir su sociedad del siglo XIX. Cabe la pregunta de cómo es posible que esto, que se suponía superado, vuelva a ser tomado en cuenta por la población, cómo es posible que esta escuche y se maraville con estos discursos rancios y agripados. Frente a este vacío narrativo en la sociedad, la ciudadanía se encuentra en un limbo, sin saber qué hacer. Es allí cuando la derecha toma la delantera, logra hilvanar algunos elementos y comienza una campaña cada vez más poderosa de reinstalación de sus viejos valores, pero no dirigida a todos, sino a quienes se encuentran más extraviados, es decir, las comunidades invisibles. Estas son un gran porcentaje de población ubicado en los márgenes, personas intentando entrar a la modernidad, en situación de pobreza relativa o con menor capacidad de adquisición de algunos bienes, que consiguen algunos puestos de mínima importancia social, logros como tener un auto, un gran televisor, una vivienda básica y, torpemente, se incorporan a la vorágine del consumismo, el exitismo y el individualismo. Cuando las ciencias sociales se preguntan, cuál es el sector que apoyó a Donald Trump en EE.UU . primera elección), su respuesta es clara. No es el ciudadano educado que toma capuchino en las calles de Nueva York ni el egresado de la universidad de Harvard, sino el habitante medio de la Norteamérica profunda, que habita en una combinación rural urbana, que toma café agrio en una bencinera perdida del oeste y en la noche se emborracha con cerveza en una taberna cualquiera, mientras grita a la televisión el buen golpe de un beisbolista. Ciudadano que tiene su pequeña casa o departamento, ganado con el trabajo de muchos años y que, a duras
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