Decolonialidad y comunidades posibles
97 Conselheiro, un sacerdote, ilegal, que predicaba la palabra de Dios, seguido fielmente en peregrinaje de pueblo en pueblo, hasta que se establecieron en la hacienda Los Canudos (Vargas Llosa, 1981). Lo hicieron así porque se supo la noticia referente a que el ejército brasileño, mandatado por la Nueva República desde la gobernación de Salvador de Bahía, había sido enviado a poner orden a esta población disconforme que no acataba las normas sociales de civilidad y de civilización, objetivo de la nueva sociedad, luego de la independencia de Portugal. Al llegar al territorio de Los Canudos, este ejército fue derribado por la gente del Sertão . Frente a esta indignante situación, el estado brasileño envió un segundo batallón mejor armado, voluminoso y muy bien comandado por generales con experiencia, pero fue derrotado. Y lo mismo ocurrió con un tercer envío militar, también poderoso, sorprendentemente derrotado. ¿Qué era, entonces, lo que allí ocurría?, cabría preguntarse, sin introducirse en los detalles de la derrota militar, sino en cuál era el discurso de “Los Canudos”. Su planteamiento era estar en contra de la República, en contra de un orden social moderno que, entre otros fundamentos, planteaba especialmente el control de la población bajo una lógica monocultural, es decir, reducir a la población flotante del Brasil a un modelo sedentario, ciudadano, basado en la familia y centrado en el trabajo, conminado a un comportamiento productivo y mentalmente conforme con la nueva arquitectura utilitaria de la gente de la época. Frente a esta maquinaria social diseñada por la nueva sociedad, es que la población de Los Canudos se oponía. Son interesantes los argumentos del relato, que indican que, entre otras cosas, el objetivo era protestar contra el matrimonio civil, que los obligaba a encuadrarse en un formato rígido, contra el sistema métrico decimal, en tanto instrumento de medición utilizable para cartografiar todo el territorio y luego transformarlo en propiedad privada y contra el censo, mecanismo para contar a la población y con ello identificar a negros y morenos que permita el argumento y justificación de la construcción de un sistema jerárquico racial (Vargas Llosa, 1981). Como se puede observar, el vagabundo Antonio Conselherio y todos sus seguidores, se oponían a un sistema de pensamiento basado en la razón que se conformaba, en su esencia, en un mecanismo de control, discriminación y utilización, que no consideraba su pensamiento alternativo basado en parámetros totalmente distintos, orientados a vivir en el presente, sin las ataduras forzadas del trabajo y del mundo visto desde el futuro.
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