Decolonialidad y comunidades posibles

53 personas que pudieran conducir, estimular y canalizar la discusión, las conclusiones y acuerdos de los participantes. Paulo Freire (1967) contribuye a este proceso con su propuesta de la educación popular. Señala que la “educación bancaria”, un tipo de educación dirigida por el profesor en calidad de autoridad, es un sistema orientado a inyectar los conocimientos en alumnos que estaban vacíos, es decir, no tenían conocimientos. Plantea, en contrario, que los alumnos tenían mucho qué decir, que la forma de activar sus propios conocimientos es la participación, donde el profesor debía más bien estimular y facilitar la expresión de los alumnos. Luego, avanza señalando que una vez que la conversación se produce, esta es un estímulo en la elevación de los niveles de consciencia. Freire conceptualiza toda esta dinámica también para la población adulta, especialmente del sector popular. De esta manera, en la época del progresismo, cambió la sociedad, se pasó de una jerarquizada, autoritaria y restringida a una sociedad cuyo ideario era que esta era construida por sus propios integrantes (Gaudichaud, 2015). Y para ello, se amplió el concepto de lo social hacia un espacio (social) a ser ocupado por las personas, por los ciudadanos, por las comunidades, en el cual se define la realidad. Un elemento relevante de este proceso es que en estos espacios sociales se toman acuerdos, se llega a ciertas conclusiones. Estos acuerdos son los que dan forma a las cosas, indican como son, como están hechas y qué hay que hacer con ellas. Y cómo se implementan acciones para modificar la realidad, pero con la participación de todos. V. Lo colectivo en los nuevos movimientos sociales Los movimientos sociales, sin duda son una forma de lo colectivo, no obstante, no es a lo que nos referimos aquí, en tanto lo colectivo que hemos planteado es promovido por el Estado o por la izquierda; hay allí una construcción clara de un tipo de colectivo y también de lo social, del desarrollo social y de un tipo de sociedad. Sin embargo, los movimientos sociales, particularmente los recientes, no los de mediados del siglo XX, sino los referidos al feminismo, a la población LGTBIQA+, a los medioambientalistas, a los afrodescendientes, etc. Estos movimientos, si bien no desconocen el estándar social logrado en el periodo anterior, cuestionan los avances porque no logran interpretar el fenómeno social de la modernidad en su total magnitud (Garcés, 2019). Estos movimientos plantean una crítica a la modernidad, es decir, no solamente están de acuerdo en luchar contra las injusticias vividas por los obreros y los campesinos y otros, quienes no reciben

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