Decolonialidad y comunidades posibles
43 La revolución francesa viene a introducir y a modificar ese concepto de individuo, para indicar que la iglesia, Dios o la monarquía, aquí no tienen nada que ver, que no hay un destino, no hay un horizonte fijo, sino que lo que en verdad tiene el individuo por delante es la libertad. De allí que el slogan de la revolución francesa es liberté, fraternité et egalité. Se abre un espacio para los individuos que antes no tenían y de ahora en adelante es un espacio sin límite; el individuo es libre de hacer todo, porque no hay nada determinado. Es claro que cuando estamos planteando estos conceptos hacemos referencia a conceptos ideales de la filosofía moderna. Lo que no quiere decir que todas las personas eran libres y podían todos hacer cualquier cosa, sino que este es el concepto, el referente de cómo se interpreta el funcionamiento social del individuo. Estamos entonces frente al proyecto de lo individual. De este modo, con la libertad enfrente, se mueven los límites de la sociedad medieval, del antiguo régimen y, el espacio de acción se abre hacia el infinito y ya no hay final (Casalla, 2011). El universo reducido y barrial de la monarquía se rompe y se expande sin límite, se mueven por encima de las fronteras y aparece todo un mundo por descubrir. Este hecho, esta libertad del individuo, este mundo que se abre de manera ilimitada, genera las condiciones para otro gran proceso en la instalación de la modernidad y, que de alguna forma nos lleva más adelante a lo colectivo. Y esto es, la separación del individuo del mundo. La modernidad elabora en este contexto una de sus determinaciones fundamentales que definen su columna vertebral. Esto es, entender que el individuo no es lo mismo que el mundo (Casalla, 2011). El individuo está sobre el mundo y sobre la naturaleza. Ello, sin duda, es influencia de la filosofía de vida instalada por la misma iglesia; la relación de Dios con el individuo es también una aislación del individuo respecto del mundo. El individuo separado habla que este está hecho de otro material distinto al mundo. El individuo tiene consciencia, voluntad, consciencia de esta separación. En cambio, el mundo es materia, no es consciencia, es una sustancia irregular, una materia que vive en el caos, una materia que no tiene un orden. El mundo no tiene voluntad y si llegara a tenerla, es una expresión de lo disperso, de la incoherencia misma; el mundo no tiene conducción, no tiene dirección, es un ente a la deriva, es un movimiento sin dirección. En cambio, y he aquí la construcción del individuo moderno, este no sólo tiene consciencia de sí, sino que, principalmente, puede elegir una dirección, puede establecer un quehacer expresado en múltiples acciones, todas conectadas hacia una meta, hacia un objetivo. El individuo puede elaborar un objetivo, un lugar donde llegar, puede empujar su comportamiento hacia lograr un determinado
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