Decolonialidad y comunidades posibles
215 colonialidad y la manera de lograrlo es a través de la educación y de su base ideológica, que es la pedagogía y en especial la pedagogía decolonial (p.19). Así, cada miembro se siente identificado con dicho contexto, dándole un mejor manejo de las emociones, lo que contribuye a alcanzar el conocimiento del contenido que el docente pretende desarrollar. Por tanto, es importante acceder a dialogar y, de esa manera, poder relacionarse, lo que permite acrecentar y enriquecer los conocimientos, debido al intercambio cultural que conlleva convivir en el mismo escenario educativo. Demarcar lo útil de una pedagogía decolonial, reconociendo lo “nuestro”, haciendo evidente que existe el otro y que debo acercarme para conocer y reconocer su sentir, ya que la sociedad está colmada de interrelaciones donde cada uno es un sujeto que piensa y se interrelaciona de manera distinta y no es un ser aislado y único. Una pedagogía decolonial, a nuestro entender, propone realizar esfuerzos por propiciar una conciencia histórica y la capacidad crítica de aceptación de nuevas formas de conocimiento, nuevas formas de aprender y nuevas maneras de producir, recrear y enriquecer las culturas que conviven. Se trata de promover una acción reflexiva, ética y política capaz de problematizar con los valores, principios y normas de la perspectiva epistémica colonial que impera, con el fin de provocar procesos de construcción de saber, pensar y sentires cuya potenciación del sujeto/a sea desde su experiencia y existencia y que problematicen lo hegemónicamente instituido. Gauta (2004) manifiesta que “es necesario cambiar las ideas y prácticas eurocéntricas, especialmente la imposición colonial de la visión occidental del mundo que perdura y sus prácticas económicas, culturales educacionales y cognitivas” (p.164). Por lo tan to, las pedagogías decoloniales configuran diversas formas de accionar, escuchar, estar, hacer, mirar, pensar, sentir, ser, teorizar, no sólo de manera individual, sino en/desde/por/para el colectivo (Walsh, 2014), es decir, una pedagogía de la comunidad. La pedagogía decolonial está aún por construirse. Está presente el desafío ante las desigualdades y silencios epistémicos socioculturales que han tenido lugar a través de la colonialidad del poder, saber y el ser; por ello, se hace necesario comenzar los primeros esbozos reflexivos en el debate académico, escolar y cultural como una apuesta crítica promisora, cuya tarea es abrir las rutas de pensamiento y de acción, que se orienten a favorecer aperturas, caminos, búsquedas, y
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