Decolonialidad y comunidades posibles

201 Desarrollo Social, 2018). Generar espacios de respiro al cuidador/a para que pueda hacer otras cosas. Vista esta situación desde una mayor distancia, los antecedentes y cifras recopiladas en encuestas e investigaciones como las desarrolladas por el Servicio Nacional de la Discapacidad, SENADI, (Rozas F., 2023), muestran, al menos, dos problemas relevantes. Por un lado, como se señala arriba, la feminización de las labores de cuidado, que alcanza el orden de un 80 % y, por otro, el volumen de necesidades de cuidado en la sociedad, el cual no está cubierto, quedando una parte importante de la población descuidada. Esto último lleva a una sobrecarga en los cuidadores actualmente existentes, lo que obliga a la necesidad de contar con un número mayor de cuidadoras/res. El concepto que el proyecto Espiral de Cuidados ha desarrollado es el de “delegar”, señalado por los mismos cuidadores/ras en el transcurso de las instancias de trabajo del proyecto. Por lo tanto, una de las soluciones que se establece es estudiar y generar condiciones que permitan delegar las labores de cuidado en otra persona con el fin de alivianar las labores del cuidador principal. En el campo de delegar se han observado tres ámbitos posibles de trabajo. El más importante es el contexto de la familia del enfermo; luego, el del barrio, de alguna forma vinculado a la junta de vecinos u otras organizaciones y, finalmente, el ámbito de la institucionalidad, ya sea esta el municipio, proyectos gubernamentales o en los mismos servicios de salud. Estos espacios para delegar requieren un análisis diferenciado para ponerlos en acción. En el institucional, se requiere una política que estimule las ofertas de personas de la sociedad que quieran destinar horas de su tiempo al apoyo de cuidadores, ya sea mediante voluntariado o por un pago mínimo. Hay aquí todo un campo de capacidad del sistema de generar la motivación necesaria, poniendo énfasis en la solidaridad y, al mismo tiempo, aprovechar recursos humanos inutilizados en esta área. Hay cuidadores con experiencia que no están con una persona a cargo, principalmente porque su enfermo falleció u otra razón, quienes tienen una aproximación muy grande al tema de cuidado y que estarían dispuestos a apoyar a otras personas que lo necesiten. Por otro lado, instancias gubernamentales están desarrollando programas con financiamiento que ponen a disposición de la comunidad cuidadores/as capacitados/as que cuentan con un pago gubernamental mínimo, pero que resuelve horas significativas de respiro para los cuidadores principales. En el ámbito del barrio, el tema es diferente dado que, si bien hay vecinos dispuestos a apoyar a un cuidador, ello requiere de capacitación, por un lado, pero, especialmente, la instalación de una atmósfera barrial de comprensión y de activación de los roles de cuidados a nivel comunitario.

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