Decolonialidad y comunidades posibles
195 impactadas desde la enfermedad o desde el sistema, requieren un tipo de solución de reordenamiento general. De manera que, como vemos, la enfermedad no sólo se enfrenta con un medicamento, sino con un cambio psicológico de actitud y con modificaciones en la estructura social. La partera era una de esas mujeres, que llevaba la sabiduría en sus manos y, al momento del parto, ponía en acción a toda la familia, a otras mujeres a calentar agua y preparar lienzos blancos para recibir al bebé. Algunas veces, el marido debía participar y los hermanos, familiares esperar el nacimiento. Todo ello en un rito de angustia y felicidad, vivido la mayoría de las veces en la misma casa de la familia, con vecinos esperando detrás de la puerta, en la calle, la noticia del nuevo integrante de la sociedad. Así, esta nueva vida, no sólo es un hijo o una hija más, sino también es una renovación y un renacimiento de la comunidad. Igualmente, la muerte, especialmente si es de una persona de edad, requiere el desarrollo de un velorio. Este, es un momento necesario de despedida, un momento en que se detiene el tiempo, en el cual vecinos entran y salen de casa, soliendo oírse susurros en el pasillo, tomar algún brebaje para evitar el mareo. Es una circunstancia de encuentro en la cual la dimensión humana, las miradas y la emoción tienen una significación de vivencia colectiva que va más allá del día a día. Lo descrito, muestra la enfermedad entre la vida y la muerte como una dinámica que pertenece a esas dos dimensiones al mismo tiempo. Actúa como un estado en que une ambos mundos, de modo que la vivencia de la enfermedad, no es sólo enfermedad, sino que es una dinámica en que se muere un poco y en que vuelve a renacer (Bravo, 2023). Por ello, la terapia de sanación popular no evita la enfermedad, sino que propone llevarla por el buen camino, que implica un reposo, frenar los quehaceres para comprender mejor los cambios que implica dejar atrás aquello que perdemos y retomar con vigor otras formas de ser. Esto es comprender mejor el morir, nacer, vivir y, eventualmente, revivir. En este transcurrir, el enfermo se relaciona con la familia, con los vecinos, con los amigos/as. Todos son cuidadores en unmomento determinado. El cuidado no es sólo limpiar las heridas, sino ser parte de este proceso de vida y de muerte en el cual el cuidado implica, además, producir la calma necesaria para asimilar el dolor, la pérdida, como también sufrir el proceso de parto hacia una nueva forma de estar y de vida, que muchas veces significa un reordenamiento de la familia, del trabajo y de la comunidad.
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