Decolonialidad y comunidades posibles

16 materiales que requieren y satisfacen los objetivos de esos poderes hegemónicos que hoy funcionan a nivel mundial. Dicho lo anterior, este libro presenta un amplio abanico de referencias a algunos tópicos de la decolonialidad. Por un lado, la comprensión de que la modernidad es una propuesta de vida a la sociedad humana, pero no es la única. Por lo mismo, su instalación no ha sido convincente y desde allí que, para su mantención, esta elabora estrategias de descalificación a otras propuestas. No obstante, una vez ya presente como un proyecto dominante, desarrolla una estructura de interpretación y de cosmovisión que coloniza nuestra forma de pensar, conduciéndonos a aceptar sus hechos como verdad. Esto es, por ejemplo, decir que la apropiación de tierras en América Latina no fue una usurpación, sino un descubrimiento; que la esclavitud de la población, más que una opresión y un genocidio, fue un acto de civilización, también para decir que las razas son una realidad biológica, lo que determina su capacidad y habilidad para estar o no estar en el poder. Es claro que, desde la perspectiva marxista, se influyó significativamente en los años sesenta y setenta, en los cuales se conformó el Estado de bienestar y cambiaron muchas estructuras de privilegio para ampliar la participación y abrir el poder a las mayorías. Por ello, el proyecto progresista fue y es el que cambió la sociedad, introduciendo, en su momento, lo colectivo. Así, el concepto de lo social definió la realidad de una forma totalmente diferente. Se comprendió que el progreso y el desarrollo no sólo son una cuestión económica o mecanismos de estabilidad nacional, sino que son un campo de involucramiento de la población, elemento central del desarrollo. Es la población la que define el camino que hay que seguir. Lo contrario es un autoritarismo y, eventualmente, una dictadura. Dado el avance de la historia social de las últimas décadas del siglo XX y los recientes años del XXI, es que hoy las críticas a la modernidad ya no son sólo por la falta de igualdad y la ausencia de distribución de los excedentes de modo democrático, sino que es una crítica y una clarificación, una develación sobre las relaciones patriarcales, la importancia de la familia, el control de la sexualidad centrada sólo en la relación hombre-mujer, la irrestricta defensa de la propiedad privada y otras dinámicas. De ese modo, comienza a quedar claro que dichas pretensiones no responden a metas gloriosas del proyecto vital, sino más bien configuran eslabones de sostenimiento del proyecto moderno y, por tanto, son factores que explican las injusticias sociales.

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