Decolonialidad y comunidades posibles
165 durante el siglo XX, especialmente en la Segunda Guerra Mundial. Es decir, la recuperación es volver al país y a la sociedad a un momento en que, según su punto de vista, se estaba mejor. De acuerdo con ese discurso, habría que agregar que América Latina en ese momento estaba mejor porque quienes la conducían, sin oposición, eran precisamente los criollos, hijos de los conquistadores, la oligarquía y luego la burguesía industrial, que conformaron las sociedades europeizadas en función de sus privadas necesidades de bienestar. Para llevar adelante esta estrategia y ganar el poder, la extrema derecha hace uso de este discurso, de esta narrativa unida a las fake news (ver Rozas, G. El movimiento de la posverdad y la importancia del relato , pp.125-147), con un control de las redes sociales y manejo de los medios de comunicación. Es decir, usa todo su poder comunicacional y, dado su poder económico, planteando un escenario desequilibrado con mayor presencia mediática y estableciendo su agenda temática. La necesaria reestructuración del movimiento progresista Este proceso de ascenso de la extrema derecha en nuestros países en América Latina muestra que la izquierda y el proyecto progresista, no ha sabido comprender el momento en el cual se encuentra la sociedad en los recientes años, mientras la derecha sí lo ha hecho y ha tomado la delantera. Frente a ello, cabe preguntarse cuál debiera ser el camino de solución a recorrer por parte del progresismo. No es una línea fácil de definir y se requiere debatir al respecto, no obstante, según Stefanoni (2016), pueden vislumbrarse algunos elementos. Como ya hemos señalado, el proyecto progresista mantiene una argumentación localizada en los años 50-60 del siglo XX, centrada en la redistribución de los ingresos bajo la lógica del Estado de bienestar, de modo de alcanzar la igualdad en un proyecto de modernidad democrática. Este argumento, valioso en su momento, hoy ha sufrido una pérdida de sustentación, dados los cambios del actual siglo XXI, con la emergencia contundente de los movimientos sociales contemporáneos. La satisfacción de la población, si bien requiere adecuadas condiciones de vida, presiona por reconocimiento de pertenencia a grupos particulares, que, grosso modo, no se condicen con la modernidad, como, por ejemplo, las ya mencionadas reivindicaciones de la diversidad cultural, producida por las migraciones, el feminismo o la diversidad sociogenérica. El proyecto progresista debiera avanzar en la elaboración de un esbozo, prefigurar, imaginar una nueva sociedad para los próximos cien años, rediseñando la actual. Es decir, pensar hacia el futuro,
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