Decolonialidad y comunidades posibles
154 quitaría el trabajo a los franceses. Otro de sus planteamientos polémicos fue decir que las cámaras de gas, en los campos de concentración, fue sólo un detalle histórico y que la ocupación nazi no fue particularmente inhumana. Si bien, este movimiento pionero no triunfa, se mantiene constantemente vigente en todas las elecciones siguientes, siempre con resultados parciales, pero logrando dar una señal y haciendo presente su causa. No obstante, hoy el movimiento de extrema derecha de Le Pen, secundado por su hija, Marine Le Pen, ahora más ligera, sin tanta carga fascista como en sus planteamientos iniciales, dejando atrás acciones de violencia e integrándose plenamente a la vía electoral, casi alcanza la mayoría en el parlamento el año 2024, siendo un tema de gran preocupación para el resto de las fuerzas políticas en Francia. Pero este logro a medias, sí fue un triunfo en otros países de Europa, como es el caso de Italia (primera ministra Giorgia Meloni); Austria (ex Vicecanciller Heinz Christian Strache); Hungría (presidente Viktor Orbán); Polonia (presidente Andrzej Duda); República Checa (presidente Petr Fiala); Finlandia (vice primera ministra, Riikka Purra), en los cuales la extrema derecha ya se ha instalado. Tal vez, uno de los casos significativos es el movimiento de Boris Johnson en Inglaterra que, si bien no es de extrema derecha, tiene vínculos en esa dirección; sus planteamientos, igualmente, son contra los migrantes y precisamente en eso consistió su política centrada en el Brexit, es decir, la separación y toma de distancia de Europa por parte de Inglaterra (ver Rozas, G. El movimiento de la posverdad y la importancia del relato, pp. 125-147). Una mirada francamente de derecha, a objeto de no apoyar medidas de carácter democrático presentes en la Unión Europea. En contraposición en 2024, el partido laborista, es decir, la izquierda inglesa, ha ganado las elecciones mostrando la mayoría de la población su rechazo a esa perspectiva del Brexit. Sin embargo, el cuadro europeo, sin duda con inclinaciones hacia la extrema derecha, está marcado por un balance cada vez más negativo hacia las posiciones progresistas y de izquierda e incluso socialdemócratas (Casquete, 2024). Esta dinámica europea ha sido la impulsora de procesos similares en América. Vale señalar lo que ha ocurrido en EE.UU. y en América Latina. El ascenso al poder de Donald Trump, definido inicialmente en su primera campaña eleccionaria como un candidato disruptivo, sin posibilidad alguna de ganar, frente a una Hilary Clinton que representaba el progresismo al estilo norteamericano, siguiendo la línea de Barack Obama. Era aparentemente claro el rumbo, sólo quedaba seguir profundizando en limitar la brecha social y política, pero, ya lo vimos, Trump ganó
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