Decolonialidad y comunidades posibles
151 histórica de un tipo de conformación social en que se configuró a fuego, la psiquis de la población local. De modo que vivir debe ser traducido en tener, por lo propio, por una pertenencia, soy alguien sólo si tengo algo, si poseo algo; por el contrario, soy nadie si no poseo nada. El vacío, la nada y la no posesión se ha vinculado al terror de la no existencia. Esta definición esencial apunta a significar la vida, sólo si está asociada a la condición de poseer un bien, disponer de una propiedad, momento inicial desde el cual se desprende el resto de la cadena de componentes que van estructurando el sistema moderno. La extrema derecha ha sabido penetrar en este sustrato afectivo profundo, tocando esta fibra dormida en los postergados y ha generado un despertar de esos cimientos, de esas fundaciones que, al emerger, refrescan la condición de confusión actual y entregan un dispositivo claro, lúcido y profundamente arraigado, pero orientador, que permite disponer de una dirección en la niebla, de un camino a seguir. En ese momento, ese sector comienza a apoyar a la extrema derecha, sin mayor cuestionamiento, porque se siente interpretado. Su lógica es luchar por la propiedad privada y defender lo que define como suyo, llámese su casa, su tierra, su yo, su identidad, su familia, sus herencias y su nación. Reinvención de la extrema derecha Frente a los cambios sociales del siglo XXI, que implicaron un rediseño social y la transformación del mundo, con el surgimiento de movimientos y nuevos sujetos e identidades, el proyecto de extrema derecha no tendría cabida. Esto significaba una verdadera muerte social, de modo que lo que aquí se estaba poniendo en juego era su propia existencia. Entonces, la derecha reacciona, reformula su proyecto y empieza un proceso de reinstalación, recuperación de espacios y reconducción del poder a su favor (Stefanoni, 2016). Las dimensiones que se replantean son la importancia de la familia, la libertad, el mercado, el individualismo, los ciudadanos de bien, la nación, la pertenencia, lo propio. Y a partir de esta base conceptual se desarrolla una fuerte crítica a la búsqueda de igualdad en un estándar de vida, a la diversidad sexual, a la desproporción del Estado, al derroche de las políticas públicas, a los funcionarios públicos como parásitos y una crítica a la izquierda como corrupta, libertina y no respetuosa de los valores tradicionales, como sugiere Kayser (2015). Y es probable que esto no sea todo, sino sólo los elementos esenciales.
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