Decolonialidad y comunidades posibles
146 señala que se busca igualar, disminuyendo el estándar de la gente acomodada. Esto no es así, pues la propuesta de que la población tenga un mínimo estándar de calidad de vida para todos por igual, no apunta a quitarle recursos a la derecha sino a respetar la vida de todos, no dejar a nadie afuera y elevar la condición desmedrada de quienes sufren, a empujar el crecimiento de país, entre todos, como conjunto. Por otro lado, surge otra incoherencia cuando la derecha plantea que los cesantes, lo pobres, los migrantes y otros no merecen el apoyo del Estado, pues se transforman en una carga para el desarrollo, y que los fondos que se ocupan son dinero que pertenece a quienes se esfuerzan por producirlo, constituyendo una injusticia y un robo. La incoherencia de la derecha es tal porque no le interesa observar que esos pobres, indígenas y migrantes no viven de esa manera porque lo hayan deseado, sino porque la estructura social los ha marginado. Las formas discriminatorias contra ellos y las ventajas de privilegios para otros, son las condiciones estructurales que producen la diferencia. Lo que hacen las políticas públicas al destinar fondos no es entregar dinero a los pobres, sino financiar condiciones para que estos puedan salir de su situación, esto es, una mejor educación, salud, mejores viviendas, mejores condiciones laborales. Finalmente, respecto a la crítica de la derecha en relación a los empleados del Estado, que supuestamente se eternizan en el poder, auto beneficiándose de granjerías gubernamentales por su calidad de funcionarios, cabría decir que es una crítica que se derrumba por su propio peso, pues su argumento no comprende una mínima visión de las estructuras que sostienen la sociedad. Actualmente se requiere un organismo central, llámese Estado o gobierno, que representa a la población y que, mediante la recolección de impuestos, financia su quehacer y las políticas públicas. Los funcionarios ejercen tareas fundamentales e irremplazables, de lo contario, no sólo no tendríamos Estado, sino una sociedad fragmentada navegando a la deriva. El tema que viene, luego de todo lo señalado, es el ámbito de la “deconstrucción” de los relatos. Las poblaciones actuales requieren mecanismos de procesamientos para decidir sobre aquellos relatos que van a considerar válidos para el desarrollo de sus vidas. Lo anterior, como, asimismo, el análisis de discursos, son herramientas importantes en este proceso. Un relato es fuerte sólo si tiene asidero en la población, tal como lo hemos afirmado, pero también porque es coherente y tiene buenos soportes. Eso es precisamente lo que busca la deconstrucción, es decir, no solamente quedarse con el mensaje principal, sino revisar aspectos no visibles, sobre a quién beneficia el mensaje principal, quién lo plantea, a quién ataca y cuál es su fundamento, es decir, cuáles son las
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